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28 A N A L IS IS DE LA S A P O R IA S T E O L O G IC A S . los demás 93; y queda sin explicar que, como el p rim ero , tamb ién los demás sean trascenden tes 9\ Si, atend iendo a estas dificultades, se entiende, como parece qu e re r Aristóteles, que los cincuen ta y cinco m o to res son trascenden tes y tienen las demás p rop iedades del p rim ero , quedan sin explicar estos extremos: ¿Cómo son cin­ cuen ta y cinco iguales, si no tienen m ate ria que los individualice? 9S. ¿P o r qué razón un m o to r e s ta ría encargado de mover una esfera y no o tra? Si el p rim e ro es de verdad el p rim e ro y los demás depen­ den de él, ¿cómo ev itar que los demás fueran movidos siqu iera acciden talm en te po r el p rim ero? Y en consecuencia, ¿cómo sería ya posible que estos o tro s p rodu je ran movim iento continuo, según la doc trina común de Aristóteles en este pun to? Y si no se d iera tal prim acía, ¿cómo salvar el orden del universo en el que m ejo r es el gobierno de uno solo? Po r fin, en el m ismo supuesto de con­ side ra r a todos los m o to res como al prim ero , todos moverían como ob jeto de pensam ien to y de deseo; pero ¿qu ién conocería y desearía su vida? ¿Las esferas tend rían tam b ién cada una su alma? Ninguna alusión a ello hace Aristóteles; sería absu rdo que hub iera hecho tal multiplicación de princip ios de vida en el mundo celeste Ni en el De philosophia, ni en el De cáelo, ni en el cap ítu lo octavo de Meíaphys. X II es posible en con tra r respuesta a la p regun ta que p lan teábam os: quiénes sean los p rim eros movidos por Dios como ob jeto de conocim iento y deseo, que mueven a su vez a todos los demás: si el «éter», la esfera del p rim e r cielo, los astros, las esferas o los mo tores de éstas. Y si Aristóteles no precisa quiénes sean los que conocen y desean la vida de Dios, mal pod ría in ten ta rse siqu iera descifra r la forma en que Dios es conocido y deseado po r esos seres. Queda, po r tan to , sin explicar en el Corpus A ristotelicum cómo se realiza en los p rim e ram en te movidos la moción que en ellos debe p roducir el m o to r p rim e ro en cuan to causa final. Además de esta laguna, en la teología de Aristóteles quedan aún cuestiones no menos im po rtan tes que la an te rio r, a las que ha de buscarse explicación fuera de Metaphys. X II. Aristóteles en este libro afirma que Dios, moviendo como causa final, produce en los p rim e ram en te movidos movim iento local en círculo 97. ¿ Cómo siendo ob jeto de conocim iento y deseo produce un movim iento físico? 93. Metaphys. X II, 8, 1073b 1-3. 94. Metaphys. X II, 8, 1073a 14-15; 23-36. 95. Metaphys. X II, 8, 1073a 31-b 1. 96. Cfr. W. D. Ross, Aristotle’s Metaphysics (Oxford 1958), vol. I, Introduction, pp. CXXXV-CXXXVII. 97. Ver en particular Metaphys. X II, 7, 1072, b 3-10.

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