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J . M .a L A SO G O N Z A L E Z 2 3 El fundam en to de esta disyunción está en la teo ría del conoci­ m iento de Aristóteles; fundam en talm en te en su doc trina de la sen­ sación: Como la cera recibe la impresión del sello adop tando su forma sin convertirse en el bronce de que el sello está hecho, así el sen tido adop ta la forma del sensible; de tal m anera que no sen­ timos aquello que es caliente como noso tros lo somos, sino lo más caliente o lo más frío, y que la sensación y sensible no son sino la m isma fo rm a v ista desde d istin tas perspectivas w. Paralela es su doc trina sobre el conocim iento noético: el «noüs» es po tencialm en te su ob jeto , y, cuando piensa, el «noüs» se hace «no e tón»70. A toda esta doc trina alude de paso Aristóteles en el cap ítu lo sép timo de Metaphys. X II al decir: «Y el acto de pensam ien to en sí m ismo 71 es de lo m e jo r en sí m ismo, y el p rinc ipalm en te (en sí), de lo p rin ­ cipalm en te (m e jo r en sí). Y la mente se piensa a sí m isma al ap re ­ hende r el inteligible; pues se hace inteligible tocando (sus ob jetos) y pensando, de tal m ane ra que la m en te y el inteligible son lo m ismo, po rque la m en te es su jeto del inteligible y de la esencia, y está en acto poseyendo, de tal m anera que esto más que aquello es lo que la m en te parece ten e r divino, y la con templación es lo más ag ra­ dable y m ejor» 72. El cap ítu lo noveno de Metaphys. X II no es más que el desarro llo de las consecuencias que se siguen (supuesta la a n te rio r doc trina del conocimento) respec to a la esencia de Dios, acto de conoci­ m ien to óptimo. El conocim iento de o tra cosa, que no fuera él, le a c a rrea ría depender del ob jeto conocido y, además, el e s ta r reves­ tida su m en te de la fo rm a im perfecta de su objeto. Dios, po r tan to , es pensam ien to de su prop io pensam ien to , piensa su prop io acto y nada más 73. A la luz de esta doc trina son explicables sin con trad icción los textos que parecían ind icar que Dios conociera el mundo. A Em- pédocles lo re fu ta Aristóteles desde la doc trina m isma de Empé- docles y desde la suya p rop ia: ¿cómo puede ser p rincip io el Uno si toda la d iversidad de seres procede de la discord ia? Cuando dice Aristóteles que la sab idu ría es divina po rque tiene a Dios como ob jeto , po r se r princip io y po r ser Dios su p rincipal depositario , 69. De an. II, 12; III, 1 y 2. Cfr. enparticular, 424a 25 y ss. y 425b25 yss. 70. De an. III, 4, 429a 15 y ss. 71. E. d., sin depender de la sensación ni de la imaginación, de que ha hablado antes 1072b 17, cfr. W. D. Ross, Aristotle’sMetaphysics (Oxford 1958),vol. II, Com­ mentary, p. 379, a la línea 18. 72. Metaphys. X II, 7, 1072b 18-24. 73. Metaphys. X II, 9. Ver en particular 1074b 22-35.

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