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J. M .a L A SO G O N Z A L E Z 21 p ierta la cu riosidad del esp íritu filosófico» M. E stas precisas pala b ras resum en con c laridad la doc trina que se puede h a lla r en Aris tóteles. En el m ismo libro X II de los Metaphysica, la e te rn idad del movim iento y el tiempo 59 son supuesto y prem isa pe rm anen te en la deducción de la existencia del se r p rim ero . La dem ostración de este supuesto es cuestión física; en el De cáelo tra ta de p robarlo largamente: el m undo es inengendrado e inco rrup tib le “ j además, ¿qu ién h ab ría ocupado el lugar de un elemento an tes de que éste hubiese sido engendrado si el vacío es imposible? 61 Ni tiene sentido en el sistem a de Aristóteles una creación «ab aeterno»; tamb ién las form as son e te rnas y son causas eficientes y finales a través de la e te rna sucesión de generaciones y co rrupciones 62. En el De philosophia, sin embargo, hay algunas expresiones que sugieren la idea de creación del mundo o, al menos, de eficiencia o rdenado ra a p a rtir de un caos m ate ria l p reex isten te a la m anera p latón ica: hab la A ristóteles de un Dios dem iurgo que o rdena el un iverso 63. Pero jun to a estas afirmaciones están aquellas o tra s no menos categóricas, y aún más solemnes, con que p roclam a la eter n idad del «cosmos» («agéneton kai áph tha rton» ), y con que an a te matiza a quienes afirman lo con tra rio M. La ún ica solución (sacada de la m isma doc trina de Aristóteles y no de las Leyes o de la Epino - mis) 65 que puede darse a esta apo ría, es la respuesta que da Aris tó teles en el libro décimo de Metaphys. X II a la p regun ta de cómo e stá el b ien y lo m e jo r en el un iverso, si inm anen te o separado: el bien, aún existiendo en sí m ism o separado del universo, está de algún modo inm anen te en él como orden , a la m ane ra del general en el ejército . De este modo, siendo eterno Dios y siendo eterno el universo, Dios es dem iurgo del orden , sin haberlo creado, sino co existiendo desde siempre y pa ra siempre con él como causa final 58. G. Verbere, La doctrine de l’être dans la Métaphysique d’Aristote, en Revue de philosophie de Louvain (1952), pp. 477-478. 59. Metaphys. X II, 6, 1071b 6-7; 28 y ss.; 7, 1072a 19-23; b5-7; en esteúltimo posaje claramente afirma Aristóteles que el primer movimientopodrá cambiar en sus relaciones y en lugar, pero es inmutable en el ser. 60. De cae. I, 10-12. 61. De cae. III, 2, 301b 31-302a 9.Cfr. Phys. IV, 8. 62. Cfr., entre los muchos textos que se podrían citar, el de Et. Nie. V I, 4, 1140a 15: lo que es, o es producido según la naturaleza, «tiene en sí mismo su principio». 63. W. D. Ross, Aristotelis fragmenta selecta (Oxford 1958). De philos, frags. 12a y b, 13, 19c. 64. W. D. Ross, Aristotelis fragmenta selecta (Oxford 1958). De philos, frags. 18, 19a y b, 20. En el frag. 19b la natural posición de los elementos aparece como razón de la eternidad del universo; como en De cae. III, 2, 301b 31 y ss. 65. Cfr. J. Pépin, Théologie cosmique et théologie chrétienne (Paris 1964), pp. 475s.
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