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J. M . L A SO G O N Z A L E Z 17 ese «rep licatione quadam» 45 ap a rte de éstas dos, las más conocidas y con trapuestas. Y como éste se pod rían aduc ir o tros ejemplos, pa ra hacer ver que inmanencia o trascendencia y causalidad final son a tribu to s del p rim e r m o to r que, sólo m ed ian te in te rp re tac iones fo r zadas o poco seguras, pueden encon trarse confirmados en el p rim e r Aristóteles. Algún pasaje, sin embargo, sugiere claram en te la trascendencia. En el lib ro p rim e ro de De cáelo, cuando te rm ina Aristóteles su de m ostrac ión de la un icidad del un iverso y va a comenzar a p rob a r que ese único universo es eterno , hab la de la existencia de algo ex te rio r al universo, ajeno al tiempo y al lugar, que goza de una vida envidiable, e te rna e inmu tab le; explica la noción de e te rn idad y afirma que los seres eternos, aun los incesan tem en te movidos, son princip io de la existencia de las demás cosas 46. En esta transición del tem a de la un icidad al tem a de la e te rn idad del mundo, ¿qué más lógico que a lud ir a lo que existe separado del único lugar- universo que encierra toda la m ate ria y de cuya eternidad es p rin cipio? No hay, po r tan to , razón in te rna al texto que exija conside rar tal alusión al ser trascenden te como adición tard ía; ni p a ra fo rzar la in te rp re tac ión en sen tido inm anen tista 47. E sta es, en conclusión, la explicación que se logra en el Corpus A ristotelicum de la existencia y natu ra leza del Dios trascenden te y causa final, acto de pensarse a sí m ismo, de que hab la Aristóteles en el lib ro X II de los Metaphysica: Su existencia está imp lícitam en te dem o strada en Metaphys. X II po r dos cam inos que se rep iten exp lícitamen te en el De philosophia. A la natu raleza pensan te de Dios se hace costan tem en te referencia en el p rim e r Aristóteles y hay alusiones aisladas en todo el Corpus A ristotelicum ; pero sólo en Metaphys. X II, 7 y 9 precisa Aristóteles que Dios es «nóesis noé- seos»; p o r esto precisam en te en estos cap ítu los es donde delim ita c la ram en te la to ta l trascendencia de Dios y su causalidad final, aunque no falte la insinuación aislada de algún pasaje, como el citado de De Cáelo. 45. Cfr. E . B erti , La filosofia del primo Aristotele. U n iversità di P ad ova, 1962, p p . 46 y ss. 46. De cae. I, 9, 279a 12b 4. 47. Cfr. contra H. von Aumm, Die Entstehung der Gotteslehre des Aristoteles. Ak. Wiss. in Wien. Sitzungsberichte 212B 5 Abhandlung, 1931, p. 10 y ss.; R . M u g n ie r , La théorie du premier moteur et l'évolution de la pensée aristotélicienne (Paris 1930). 2
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