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J. M .a LA SO G O N Z A L E Z 13 rece fo rm u lado expresamen te en varios de los fragm en tos conser vados del De philosophia. En uno de ellos, refiriendo este proceso discursivo como uno de los cam inos po r el que los hom b res llegaron a concebir la existencia de los «dioses»: «contemplando du ran te el día al sol dando la vuelta, y por la noche el bien ordenado movi m ien to de los astros, creyeron que algún dios era la causa de tal movim iento y orden» 32. En la va rian te más amp lia que de este mismo fragm en to ha conservado Sexto Empírico, se compara (co mo en Melaphys. X II, 10) el orden del cosmos con el de un ejército , y a su o rd en ado r con un general: «...algunos, considerando el cons tan te y ordenado movim iento de los seres celestes, dicen que de éstos han nacido p rincipalm en te las opiniones sobre los dioses. Co mo si uno, sen tándose sobre el troyano Ida, hubiese visto al e jé r cito m archando ordenado y d ispuesto ... («kósmou kai táxeos»), hab ría pensado que alguien esta ría disponiendo tal o rden y m an dando a los so ldados... y como el experto en naves, en cuan to ve una nave em pu jada po r el viento y bien ap a re jad a con todas las velas, en tiende que hay alguien dirigiéndola y conduciéndola al pue rto previsto; así los p rim eros que m ira ron al cielo y con tem p laron al sol comp letando sus ca rre ra s de o rien te a occidente y unos coros bien o rdenados de astros, buscaban al artífice («demioúr- gon») de esa ordenación tan hermosa, sospechando que no po r ca sualidad hab ría venido a ser, sino po r alguna natu raleza más poderosa e inm o rta l, la cual era dios» 33. Estos fragm en tos se com p letan aún con el famoso fragm en to del De philosophia en el que Aristóteles hace una p a rá fra sis de la alegoría de la caverna que desarro lla P latón Aristóteles sustiuye el mundo de las ideas po r el con jun to o rdenado de los fenómenos celestes y te rrestre s; no sólo ve A ristóteles un orden en el cosmos de los astros, también en el mundo de la generación y co rrupc ión 35; los hom bres que, encerrados en una caverna con toda clase de comodidades, pu diesen un día sa lir de ella, an te el con jun to o rdenado de estos 32. W. D. Ross, Aristolelis fragmenta selecta (Oxford 1958). De philos, frag. 12a. 33. W. D. Ross, Aristotelis fragmenta selecta (Oxford 1958). De philos, frag. 12b. 34. P laton , Republ. VII, 514 y ss. 35. Este fragmento contradice la tesis de P. Aubenque, Le problème de l’être chez Aristote (Paris 1962), p. 314 y ss. Según este autor, lo «khorismón» en Aristó teles es físico; es el cosmos o cielo, con el conjunto de los astros que lo forman, lo que está ontológicamente separado del mundo de la generación y corrupción, y es la teología astral en Aristóteles, según P. Aubenque, el estudio de este «kho rismón». Ante este fragmento que se opone a su tesis, P. Aubenque explica que Cicerón, que es quien lo ha conservado, ha interpretado el texto original de Aris tóteles bajo el sentido estoico del cosmos como sinónimo de mundo tanto celeste como terrestre. Cfr. p. 344 y ss., comentario a este fragmento.
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