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peculiar. Odio es el movim iento opuesto» (p. 205; cita textual de Scheler). L lambías se hace cargo de algunas imprecisiones e insu fi­ ciencias de los análisis de Scheler, aunque la línea fundam en tal es acertada. Lam en tab lem en te no podemos seguir aquí en detalle la crítica incisiva a que sometió el fenomenólogo alemán al n a tu ra lis ­ mo; creemos con Llambías que, pese a imperfecciones de detalle, es definitiva (p. 216). De la mano del amor llegamos al tema del sufrimiento que Scheler in se rta en el concepto más am p lio de «sa­ crificio», definiéndolo como «la vivencia de un sacrificio de la p a rte p a ra el todo, de lo menos valioso p a ra lo más valioso» (p. 218). Scheler hace ver que el amo r, el dolor, la m uerte y la formación de un idades personales form an un grupo inseparab le de procesos, cuyo denom inado r común es el sacrificio. O tro de los tem as claves, y po r cierto de los más oscuros, es el de la persona; L lambías le dedica el cap ítu lo V: «Persona y Colec­ tividad» (pp. 226-285). El pun to de p a rtid a es, de nuevo, Kan t en su célebre fo rm u lación del imperativo categórico: «obra de tal modo que veas siempre en la pe rsona un fin en sí y nunca un medio»; Scheler se p regun ta si no se reb a ja demasiado a la persona al so­ m eterla a una ley impersonal, p a ra exam inar luego las relaciones de la persona y los valores éticos. La doc trina scheleriana de la persona está definida en polém ica con dos concepciones an tagón icas: el sustancialism o de la metafísica del siglo xvn (L lambías adv ierte acertadam en te que no se tra ta de aristo télico-esco lástico) y el ac- tualismo em p irista . «Persona, dice Scheler, es la concreta un idad del ser de actos de d iferen tes clases de esencia, que en sí anteceden a todos los d iferen tes actos (percepción, querer, sen tir, etc.)» (p. 230). Aquí se ve la im po rtanc ia del concepto fenomenológico de «inten­ cionalidad»; en rea lidad «persona» sería «conciencia de» en sen­ tido husserliano . Po r ley esencial, a toda persona co rresponde un mundo. Persona, a firm a Scheler, es la m anera concreta que tiene el esp íritu de existir, h a sta el pun to de que persona esp iritua l o esp íritu personal son en rigo r expresiones tau to lóg icas. Ahora bien —y esto es im po rtan te— el yo no pertenece al esp íritu , sino a la esfera de lo psíquico; se iden tifica con la realización de los actos psíquicos y se ago ta en ellos. L lambías p iensa que la separación establecida po r Scheler en tre persona y yo es inadm isib le (pp. 234- 235). En el p rob lem a del conocim iento del tú, Scheler rechaza tan to las teo rías del razonam ien to po r analogía como la de una Einfühlung (proyección afectiva del yo) y sostiene que «las vivencias serían o rig inariam en te anónimas y sólo po ste rio rm en te se individualizarían hacia un yo o hacia un tú» (p. 236); en o tro s térm inos, el tú nos 380 DOS CONTRIBUCIONES AL (ESTUDIO DE M. SCHELER

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