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J. CALASANZ GOMEZ 343 E(1 Concilio insiste en la necesidad urgente de vivir el Evangelio, ya que el testimonio público es, en sí mismo, una fuerza irresistible de formación y de opinión. Pero no olvida que, en las actuales cir­ cunstancias históricas, además del ejemplo de vida intachable, el seglar debe operar directa e inmediatamente en la formación de la opinión pública. Y para ello es preciso el uso adecuado de las mo­ dernas técnicas de difusión. Los órganos de opinión dentro de la Iglesia son un arma de dos filos. Si la preparación técnica es exigente —a la altura de los más calificados centros técnicos de la nación— queda un margen in­ calculable de eficacia. Pero puede darse el caso de que, al amparo del privilegio, proliferen dentro de la Iglesia medios inadecuados de información de la opinión pública. En este sentido, es ya hora de revisar neutralmente las revistas piadosas, las emisoras «popu­ lares», los periódicos «católicos» que, si hemos de dar fe al testi­ monio de los expertos, algunos son «una vergüenza nacional». El calificativo «católico» no debe ser jamás un refugio de la falta de oficio sino una exigencia noble de elevación y de profesionalismo. Jerarquía y laicado no son dos fuerzas en litigio, sino dos formas complementarias, dos funciones típicamente eclesiales — cada cual en su orden— comprometidas en la gloriosa empresa de formar la opinión pública. El mundo moderno está en permanente trance de transformación. Esto implica, en todo organismo vivo, un pe­ ríodo de crisis y adaptación a las nuevas formas sopeña de desfa- samiento. ¿ Qué actitud ha de tomar la Iglesia frente a un mundo que evoluciona tan vertiginosamente? En principio, la Iglesia acep­ ta con realismo los hecnos y se define ante ellos, pues de otro modo se le escapa de las manos la oportunidad de orientarlos hacia el espíritu. Esta decisión, tomada con madurez y amplitud, conforma de un modo concreto, en cada caso, la opinión sana del pueblo. 3. Sentido crítico. El perfil del mundo moderno viene defini­ do en parte por una postura de sinceridad consigo mismo. Since­ ridad que se alia frecuentemente con el relativismo y el escepticis­ mo. Ya apuntó Marañón que una de las pruebas sintomáticas de la higiene mental, particularmente en la juventud, es la rebeldía. Sí, el hombre actual es independiente, sincero y rebelde. En rigor, la crítica es un quehacer noble, con tal de que se guarden las normas del juego. Y aquí nace una dificultad de principio. La actitud del creyente ante las verdades reveladas es de franca aceptación. Y esta concep­ ción religiosa lleva consigo un compromiso ético. ¿Cómo se com ­ pagina esta humilde aceptación con las exigencias críticas? En este

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