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366 LA OPINION PUBLICA EN LA IGLESIA en el planteamiento jurídico de un tema tan delicado y complejo como es la prensa. IV. PERSPECTIVAS CONCILIARES El Cardenal König ha hecho una glosa autorizada al tema de la opinión pública enmarcándola en el Concilio. Se trata de una exégesis profunda sobre los contenidos éticos y cristianos de la opinión pública. La conferencia del Cardenal tuvo lugar en Asís y fue dirigida a una reunión de periodistas católicos. La conferencia fue organizada por «Pro civitate Christiana» y ha sido acogida con gran entusiasmo en varias publicaciones del mundo entero. El Concilio Vaticano II ha ejercido una influencia notable no sólo en ambientes de neta tradición cristiana, sino incluso en los sectores alejados del mundo sobrenatural. No cabe duda que, en otros panoramas históricos, la influencia de la asamblea conciliar se hubiera limitado a ámbitos menos amplios. Si se han abierto tanto las fronteras, esto se debe a las nuevas condiciones de com­ prensión y buena voluntad que son características decisivas de nues­ tra época. El punto de partida de las influencias de todo orden del Con­ cilio lo sitúa el cardenal König en lo que hoy llamamos opinión pública que, como fenómeno complejo que es, puede estudiarse des­ de dos miradores distintos. En primer lugar, cabría determinar hasta qué punto ha ejercido la opinión pública del Concilio un in­ flujo en las estructuras de la hora actual. En rigor, la Iglesia se ha examinado a sí misma ante el mundo entero, propugnando valiente­ mente el «aggiornamento», o lo que es lo mismo, el abandono de formas pretéritas cuya carga emocional fue perdiendo grados con el paso del tiempo. El «aggiornamento» es, desde su vertiente po­ sitiva, un intento serio de poner al día —a la altura de las exigencias del hombre contemporáneo— muchas cosas que han quedado des­ fasadas. La Iglesia, como institución visible y temporal, está arraigada en el mundo a pesar de no ser «mundana». Quiere decir que está condicionada física e históricamente por el dinamismo de la his­ toria. El teólogo de Munich, Heinrich Fries, estudia el dinamismo de la Iglesia en función de su historicidad en un texto que invita a serias reflexiones: «La historia — dice— es el lugar abierto dado al hombre para que realice la esencia. Mas nada de lo que existe históri-

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