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SERAPIO FERNANDEZ 329 los diversos pueblos o de las diversas regiones de una misma na­ ción. La población rural, en cambio, se mantiene uniforme y en­ dógena. La cultura se siente igualmente afectada, en sentido plura­ lista, en los centros urbanos. A esta cultura plurivalente se le atri­ buyen igualmente valores positivos y negativos: favorece el espí­ ritu democrático y despierta las mentes hacia nuevas formas so­ ciales. Algunos creen que el progreso urbano tiene su origen en esa heterogeneidad de ideas. Por otra parte, la existencia de ideas tan diversas y a veces irreconciliablemente contrapuestas, puede motivar problemas emocionales y desviaciones de conducta, ante la imposibilidad de formar una síntesis con elementos tan dispares; crea tensiones entre las generaciones y ofrece poca estabilidad y seguridad frente a las nuevas situaciones que presenta la vida. El proceso de integración de la personalidad se hace más difícil, aun­ que tenga la ventaja de conferir una personalidad más responsable, más abierta a la iniciativa, que la cultura tradicional del ambiente rural, donde se da hecho, donde la improvisación de las situaciones nuevas es menos frecuente. Esta diversidad cultural ha dado origen a modelos de vida diversos que, en sus formas más extremos, vienen simbolizados por el señorito y el paleto 4. e) Diferencias ambientales. Se ha hecho mucha literatura acer­ ca del escenario natural en el cual se desenvuelve la vida rural y la vida urbana. El medio ambiente geográfico del campo es la naturaleza. Sus ventajas y sus inconvenientes han sido descritos por literatos y partidarios de la vida tradicional. Pero solamente cuando el medio ambiente físico se asocia a las condiciones de vida, al medio ambiente social, es cuando concebimos su importancia como criterio diferenciativo. El medio ambiente social viene de­ terminado por las relaciones sociales, culturales y afectivas. Sobre todo la cultura materializada en los instrumentos de trabajo, en la vivienda y las relaciones sociales hace del campo un escenario social bastante diferente de los medios urbanos5. 4. T. Lynn Smith, o . c ., p. 20 ss.; D. D. Vidart, o . c ., p. 384 ss. 5. Idem, p. 371; T. Lynn Smith, o . c ., pp. 23-26; L. L. Bernard, Introduction to Social Psychology, New York 1926, pp. 75-76.

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