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1 8 4 E L M A R C O H IS T O R IC O D E L A T E O L O G IA D E A R IS T O T E L E S preexisten. A esta conclusión llega Aristóteles empujado por las dos vías por las que llega a resolver el dilema de Parménides: pues «toda cosa es engendrada a partir de otra del mismo nombre» 34 y «siempre de lo que existe en potencia es engendrado lo que existe en acto por lo que ya está en ac to»35. Según Aristóteles, como hemos visto, Platón ponía la causa del bien al lado de las ideas, y junto a la «dyáda» la causa del mal. De este modo el bien existirá separado de los seres sensibles, como existían separadas las ideas. Aristóteles, consecuente con el influjo recibido de Platón a la vez que con sus propios principios, incar- dina el bien en los seres sensibles, porque en ellos existen inma­ nentes las formas dándoles el ser. Las causas formales, a la vez que son causas eficientes, lo son también fina les36. El fin de cada cosa es realizar su propio ser, su forma: la forma es algo «divino, bueno y deseable». Sólo de su contrario, la privación, que es un no ser, se puede decir que es malo en sí mismo; no se puede decir lo mismo de la materia sino accidentalmente, en cuanto que la materia es un no ser accidentalmente; pero la materia, incluso en cuanto que accidentalmente no es, apetece a la forma, como la hembra al macho, o lo feo apetece lo b e llo 37. Aristóteles critica a Platón diciendo que «ninguna utilidad se sigue aunque establezcamos «ousíai» eternas como los que admiten las ideas, si no hay en ellas algún principio capaz de producir cam­ bio» 38. Aristóteles, al hacer inmanentes las formas, explica que sean principios determinantes del ser de las cosas y a la vez causas eficientes próximas de la producción; pero algo muy importante le queda por explicar: «¿por qué no están siempre (las formas) dando el ser a las cosas, sino que ahora engendran y luego n o ...? » 39. Platón hubo de plantearse la misma dificultad, y aún más agudamente que Aristóteles, porque, según él, las ideas tienen existencia separada. Aristóteles entendió que Platón intentó resolver esta dificultad atribuyendo a un alma el origen último del movimiento y del venir a ser: el alma para Platón sería el primer motor que se mueve a sí mismo, tal como es descrito en el capítulo quinto de Phys. VIII, pero sin distinguir las dos partes, inmóvil motriz y movida que, según Aristóteles, deberían componer a cualquier principio que se 34 . Mctaphys. VII, 9 , 1054 a 22 ; XII, 3 , 1070 a 4 - 5 ; cF.VII, 8 y 9 . 35 . Mctaphys. IX, 8, 1049 b 24 - 25 . Vcase todo elcapítulo, cuyoobjeto es demos­ trar la prioridad de lo que existe en acto. 36 . Phys. II, 7 , 198 a 24 - 27 ; 8, 199 a 30 - 33 . 37 . Phys. 1 , 9 , 192 , a 13 - 25 . Cf. Mctaphys. IX, 9 , 1051 a 4 - 21 . 38 . Metaphys. XII, 6, 1071 b 14 - 16 . 39 . De gen. et corr. II, 9 , 335 b 18 - 22 .

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