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182 E L M A R C O H IS T O R IC O D E L A T E O L O G IA D E A R IS T O T E L E S son causa de la existencia y de la generación de los seres sensi­ bles B; que el alma es el principio del movimiento de lugar 24. En esta corriente de pensamiento, tal y como la entiende Aris­ tóteles, se ha de intentar comprender la explicación fundamental del mundo que él ofrece. Para Aristóteles, como acabamos de ver, el pensamiento griego que dará lugar a la filosofía arranca del pro­ pósito de explicar racionalmente el hecho del cambio; y el des­ arrollo de este empeño tiene sus hitos destacados en el plantea­ miento que da Parménides al problema, en la búsqueda socrática de las definiciones y en las teorías de Platón. Compenetrado con esta corriente que cree bien encaminada, Aristóteles intenta hacerla llegar a su destino, siendo él quien logre descorrer el velo que oculta la realidad y hace laboriosa la verdad. Admite Aristóteles con los «físicos» el hecho del cambio e inten­ ta como ellos explicarlo; pero advierte que tal intento es imposible para quien se aferre únicamente a ciertos principios materiales, sea el agua, los números o la mezcla del tod o 25. Es necesario que los seres que cambian vengan a la existencia y permanezcan a través del cambio por algo inmutable y eterno que les dé el ser, constituya su auténtico ser, y haga posible la ciencia que transcienda el cambio. Pero este principio del ser y ser auténtico (cuya realidad descubre Parménides) no puede conducir (como Parménides viene a concluir) a la negación del cambio y de la pluralidad, porque éstos son hechos que la experiencia impone26. Hay que buscar lo eterno e inmutable de los seres sensibles; sus esencias en plural, como hizo Sócrates al buscar las definiciones de las virtudes, y como hizo Platón abar­ cando en su búsqueda todo el universo. Pero si esta búsqueda, como enseña Platón, termina atribuyendo a las definiciones o ideas una existencia separada, se habrá perdido el tiempo: ¿cómo entender que la esencia y razón de ser de una cosa exista independientemente de esa cosa?, ¿cómo existirá algo separado de su ser?, ¿cómo sería la ciencia un saber sobre los seres sensibles si su objeto son las ideas que existen separadas de aquéllos? Por otra parte, hablar de paradigmas y participación es enredarse en palabras, y en metáfo­ ras y caer en una serie de absurdos27. La raíz de la explicación al problema del cambio la encuentra 23 . Melaphys. I, 9 , 991 b 3 - 4 ; XIII, 5 , 1080 a 2 - 3 . Eli ambos pasajes cita Aristóteles el de! Phaedo 100 d. 24 . Metciphys. XII,6, 1071 b 37 - 1072 a 2 ; Phys. VIII, 9 , 365 b 32 - 35 . 25 . Melaphys. I, 8; Phys. I, 4 . 26 . Phys. I, 2 , 185 a 12 y ss.; Melaphys. I, 5 , 986 b 31 - 987 a 2 . 27 . Melaphys. I, 9 ; XIII, 4 y 5 .

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