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J . M .“ L A S O G O N Z A L E Z 1 7 9 sensible, sin modificar fundamentalmente la solución dada por Par- ménides y siguiendo las doctrinas pitagóricas interpretadas a la luz de la búsqueda de definiciones iniciadas por Sócrates 9. Aristóteles también va a afrontar el problema, tradicional en el pensamiento griego anterior a él: puesto que ha de plantearse en el ámbito de la razón, arrancará de la formulación que Parménides dio al pro blema; corregirá tanto la solución de éste como la de los plató nicos, aprovechando todo lo que le parezca verdadero en el pensa miento anterior. Las interpretaciones actuales de los fragmentos de Parménides y demás eléatas no coinciden frecuentemente con la interpretación que ofrece Aristóteles; lo mismo ocurre respecto a la obra de Platón. En esta ocasión tenemos que dejar a un lado esas interpretaciones actuales y ajustarnos a la interpretación de Aristóteles, porque éste habrá adoptado determinada postura respecto a las doctrinas ante riores desde su particular interpretación de ellas. Aristóteles piensa que el problema del cambio para Parménides y para Platón es el problema primero de la filosofía. Según Aristó teles, Parménides planteó el problema bajo la forma de un dilema que le conducía a negar toda realidad a cualquier clase de cambio, y, como consecuencia, toda pluralidad: «Pues los primeros filósofos, buscando la verdad y la naturaleza de los seres, se equivocaron, como empujados por inexperiencia a un camino extraviado, y dijeron que nada de lo que existe comienza a existir ni es destruido, porque es necesario que lo que comienza a existir, comience a existir o a par tir de lo que existe o a partir de lo que no existe, y es imposible cualquiera de estas dos alternativas; ya que ni lo que existe puede comenzar a existir —pues existía ya— ni a partir de lo que no existe podría comenzar a existir algo; porque es necesario que haya algo subyacente. Y de este modo, añadiendo ulteriores consecuencias, dicen que no existen muchos seres sino que lo que existe es un solo ser idéntico a sí mismo» 10. Razonando de este modo, Parménides vino a negar el postulado del que, según Aristóteles, ha de partir la filosofía: que la natura leza es tal y como se muestra y, por tanto, que existen muchos seres y que los seres cambian ". Por eso, el mismo Parménides «necesi tado a ajustarse a lo que aparece y asentando que según la razón («katá ton logón») el ser es único, pero que es múltiple según la 9 . Phys. I, 9 , 191 b 35-192 a 15 ; Metaphys. XIV, 2 , 1088 b 35-1089 a 7 ; I, 6. 10 . Phys. I, 8.191 a 24 - 34 . Cf. Melaphys. I, 5 , 986 b 18 y ss. Sobre la unidatl del ser segun Parmenides, Phys. I, 3 , 186 a 22 y ss. 11 . Phys. I, 2 , 185 a 12 y ss.
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