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J . M .a L A S O G O N Z A L E Z 197 to especulativo de lo divino, como objeto de ciencia y religión a la v e z 8S. El influjo de las doctrinas pitagóricas en Platón fue ya recal­ cado por Aristóteles; sin duda debió de conocer Platón también las doctrinas científico-religiosas de los pitagóricos sobre los astros 86. En el Timeo, diálogo escrito después del segundo viaje a Sicilia, los astros aparecen como seres animados y divinos, dioses del tiem­ po; y, sin embargo, de los planetas se dice que siguen derroteros erran tes87. En Las Leyes, en cambio, rechaza Platón como impía la denominación de «planetas», seres errantes: todos los astros, por ser dioses visibles, habían de moverse con un movimiento per­ fecto, el movimiento circular un iform e88. En el seno de la Academia, un célebre matemático y astrónomo, Eudoxo de Gnido, había propuesto la primera explicación completa de los movimientos aparentes de los astros como sistema unitario de esferas concéntricas que giran a diversa velocidad sobre ejes recíprocamente inclinados; consiguió dar una justificación mate­ mática a los movimientos aparentes de los astros, observados cui­ dadosamente y con bastante precisión89. De este modo, lo que, entre los filósofos presocráticos no llegó a ser más que un opinar sobre los astros, con Eudoxo se elevó a ciencia, a astronomía. La astronomía, con todo su reciente éxito, es la base de la teo­ logía astral de Platón; los antecedentes pitagóricos no llegaban a ser más que misticismo religioso; Platón contaba con base cien­ tífica para crear una ciencia de la religión astral. La teología astral, que inauguraran Las Leyes, aprovecha y apoya todo el éxito y ac­ tualidad de la astronomía en el principal de los círculos cultos de la época, la Academia. La teología astral de Las Leyes se repite en otras obras fruto de este ambiente de la Academia, la Epinom is, de Filipo de Opunte, y el De philosophia de Aristóteles. El Liceo, como heredero del tesoro cultural de la Academia, he­ reda las cuestiones y problemas planteados en ésta; se sigue culti­ vando la astronomía según los derroteros que le marcara Eudoxo. Según S imp licio90, Polemarco, amigo de Eudoxo, fue maestro de 85 . De anima I, 2 , 405 a 29 - 34 . Cf. otros testimonios, coincidentes con el de Aris­ tóteles sobre la opinión de Aicmeón de Crotona, en H. D iei . s , Die Fragmente der Vorsokratiker, Berlin 1934 , 24 A 12 . 86 . Cf. L. R o u g ie r , La religion astrale des Pythagoriciens, Paris 1959 . 87 . Timeo, 36 c - 42 e. 88 . Leyes, 822 a. 89 . Cf. T. L. H eath , Aristarchus of Samos, Oxford 1913 , Cap. 16 . 90 . In Aristotelis DeCáelo, p. 493 , 1 , 5 .

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