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J. M .a L A S O G O N Z A L E Z 1 91 que por estos atributos es divino. Pero Anaximandro parece que descubrió el «ápeiron» como algo totalmente indefinido y material, pues los seres eran engendrados a partir del «ápeiron» por un pro ceso material mecánico “ ; a través de los mismos filósofos que aceptan el postulado de un principio divino no engendrado y que lo gobierna todo, aquel «ápeiron» se va precisando con perfiles sacados de lo mejor que el hombre puede encontrar en sí mismo y con la negación en él de las imperfecciones materiales. Por eso ya Heráclito pareció indicar expresamente que lo sabio es algo aparte de todas las c o sa s6I. Para Anaxágoras es una de sus ideas favoritas; el «nous» «se gobierna a sí mismo y no está mez clado con cosa alguna, sino solo, siendo él mismo por sí mismo» 62. Sólo de este modo, siendo transcendente, el primer principio puede ser primer principio y gobernar todas las cosas sin las limitaciones de mutabilidad de éstas. La desmaterialización del primer principio, además de fundarse en esta tradición especulativa, tiene base en la tradición mítica y religiosa. La estructura apetitiva del hombre es paradójica, por los conflictos que en tantas ocasiones lleva consigo la no coinci dencia de lo honesto con lo útil o con lo agradable; la poesía órfica explicó esta paradoja con el mito de los Titanes abrasados por un rayo de Zeus por devorar a Dioniso; de las cenizas de los Titanes surgió la raza humana con las tendencias malas de los Titanes y las tendencias divinas de Dioniso que obra en el hombre como su yo más profundo63. Tenga su origen esta idea del alma, como algo divino en el hom bre, en doctrinas órficas primitivas o en el misticismo de chamanes procedentes de Escitia y Tracia M, lo cierto es que, a través de Pitá- goras y de los Katharmoí de Empédocles, entra a formar parte del pensamiento griego con Platón. Aún Aristóteles expone en su De philosophia, aunque la refute en obras posteriores, una de las doc trinas originarias y peculiares de esta tradición mítica: el alma durante el sueño se desvincula del cuerpo y desarrolla entonces una actividad más fácil y más acorde con su naturaleza; es lo divino 60 . Phys. I, 4 , 187 a 12 - 26 . 61 . H. D iels , Die Fragmente der Vorsokratiker, Berlin’ 1934 . H eráclito , B 108 . Cf., el comentario a este fragmento y su relación con otros de Heráclito queexpone W. J aeger , Teología de los primeros filósofos griegos. México 1952 , p. 127 . 62 . A naxagoras B 12 . 63 . Cf. E. R hode , Psique, México 1948 , pp. 178 a 189 ; v. nota 160 . 64 . Cf. E. R. D ods , Los griegos y lo irracional, Madrid 1960 , cap. V.
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