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190 E L M A R C O H IS T O R IC O D E L A T E O L O G IA D E A R IS T O T E L E S diante realidades divinas cuya esencia está constituida por lo mejor que hay en el hombre55. Hesíodo en su Teogonia, más que resolver el problema del ori­ gen del mundo, lo que hace es plantearlo de manera excitante: «Primero tuvo origen el Caos, luego la T ierra ...»56. Estas palabras están clamando por el origen del Caos, por el principio último de todo. En la Ilíada se alude en varias ocasiones a Océano como ori­ gen del mundo 57; Aristóteles relacionó esta opinión con la de Tales, para quien el agua sería el principio universal58. De modo semejante dejan los poetas planteado el problema del orden en el mundo. Aquellos dioses, que son hombres superiores y libertinos, con más o menos precisión son símbolos de las fuerzas cósmicas: Zeus, señor del universo, tiene como armas el rayo y el trueno y en sus manos están los demás fenómenos atmosféricos; Apolo es el dios de la luz; el robo de Prometeo y la creación de Pándora explican la presencia del mal en el mundo; Eros es la fuerza cósmica que da lugar a la generación de los mundos... En los fragmentos de Feré- cides el simbolismo es más expreso, más explicativo y cercano a la especulación racional: «Zas» y «Ctonie», principios de donde nace el mundo, no son engendrados; las «cinco cuevas» equivalen a los elementos de Empédocles; también éste les pondría nombres míticos. Los primeros filósofos se encuentran, por consiguiente, no con soluciones mitológicas, sino con los problemas del origen y del orden del mundo planteados de manera excitante en términos mitológicos. Aportarán sus soluciones, no mitológicas sino especulativas; sin salirse del marco sobrenatural en que hallan planteados los pro­ blemas, atribuirán carácter divino a los términos racionales de sus soluciones. Fruto de la especulación ha de considerarse la solución imprecisa de Anaximandro; el «ápeiron», no engendrado e incorrup­ tible, es el principio y el término de la generación y destrucción de los seres y, abarcando todas las cosas, las gobierna y ordena; y dice «que este principio es lo div ino»59. Desde Anaximandro hasta Aristóteles, los principales filósofos, menos algunos sofistas y Demócrito, estarán de acuerdo en esto: el origen y el orden del mundo se debe a un principio no engen­ drado e incorruptible que gobierna todas las cosas; un principio 55 . Metaphys. XII, 7 , 1072 b 14 y ss. 56 . H esíodo , Teog. 116 . 57 . H omero , Ilíada XIV, 201 , 246 , 302 . Cf. II, 755 ; XIV, 271 ; XV, 37 . 58 . Metaphys. I, 3 , 983 b 18 y ss. 59 . Phys. III, 4 , 203 b 315 .

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