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G . Z A M O R A - G . D E S O T IE L L O 1 0 7 acto y perfección; para Escoto, simplemente la realización de alguna esencia mediante la cual pasa ésta del reino de los posibles al de las cosas de hecho existentes. "Esse" no significa, sin más, perfección: no el "esse”, sino la esen­ cia es el fundamento de la perfección óntica. Si para S. Tomás sólo las criaturas son «entes», en tanto Dios es «el Ser», para Escoto todos son entes y el concepto de ser se predica unívocamente de todos, pero Dios es el Ente infinto. La infinitud y no la autosubsistencia en el ser constituirá el atributo característico del Dios de Escoto. Expuesta la demostración escotista en trazos sumarios, la compara con las cinco vías. Ambos métodos coinciden en los principios básicos, pero difieren en el punto de partida y en la conclusión. Las vías parten de hechos, o sea, de algo contingente; Escoto parte de algo necesario, de los posibles. Y ese comienzo es decisivo para la conclusión: de lo posible sólo podrá llegar al Posible, pero su incausabilidad permite fácilmente pasar a su real existencia. Pues el primer Eficiente es posible sólo si es también real existente. Escoto, sin embargo, no cree jusificado todavía llamarlo «Dios» mientras no se demuestre la condición personal y trascendental de ese primer funda­ mento. Esto es obra de la segunda parte de la única vía escotista, consagra­ da a la demostración del Infinito. Si S. Tomás pudo no darle importancia, Escoto, en fuerza de su metafísica, lo considera imprescindible. El primer Principio es infinito, y lo es no porque produzca realmente todo lo pro­ ducible, sino por su omnipotencia: porque podría poner en el ser infinitas cosas a la vez, si fueran realizables a la vez. Mas ese Infinito ha de ser cognoscente y volente. La Causa primera no puede radicar en una fuerza ciega y anónima, sino únicamente en un ser personal y libre. Pensamiento extremadamente original para la Edad Media 40. 39 P. Scapin , La causalidad, gozne de la teodicea. Aunque el autor no pretende haber agotado la materia en torno a la causalidad en Escoto, nos ha dado, con todo, los puntos clave desde los cuales es necesario plantear el problema. Para Escoto la causalidad comienza siendo un hecho que se manifiesta en el «Ordo essentialis» que rige en el universo. La unidad del universo es una unidad de orden, unidad superior a la del agregado, pero inferior a cualquier otra. A partir de ahí el autor estudia el aspecto gnoseológico de la causalidad. El objeto de una ciencia no atiende normalmente a la existencia de una cosa, sino a su quididad. La quididad no pertenece al orden lógico o abstracto, sino al concreto, con- cretez que no es lo mismo que singularidad. El objeto de la metafísica es la esencia en su concretez existencial, aunque no en su singularidad. Pero para llegar a tener ciencia nos valemos de la demostración. Ahora bien, en la demostración las premisas tienen que ser evidentes y necesarias. Y como los seres finitos son contingentes, la atención no deberá fijarse en el plano 40. G. S ciieltens , Der Gottesbeweis des J. Duns Scotus, en Wiss. Weish. 27 (1964) 229-245.

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