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G . Z A M O R A - G . D E S O T IE L L O 1 0 5 riguroso y seguro, no parte del plano efectual ya dado, sino del esencial de los posibles. Barth analiza al detalle el despliegue de esa demostración, su conexión inextricable con la metafísica trascendental de Escoto y su concepto unívoco del ser, la fundamentación del Ser primero como aparece en diversas obras de Escoto y, finalmente, la de su unidad y unicidad numérica. Tras esta etapa, sintetizada en fórmulas lapidarias del propio Escoto («Quod potest esse a se, et ita est a se»; «igitur oportet quod sit a se actu») donde transparece la concatenación de posibilidad-necesidad-existencia, atri- buible únicamente al primer Ser, se ataca un tema tan escotista como el de su infinitud. La naturaleza de Aquél ha de ser infinita con carácter absoluto y actual y bajo tres aspectos: el fundamentante, el intensivo-formal y el extensivo. Bajo el primer aspecto, la infinitud es raíz y fundamento de los atributos divinos y constituye la esencia metafísica de Dios o constitutivo formal, abriendo una separación abismal entre El y lo demás. Cierto que los otros atributos son infinitos «in se et per se», pero no lo son «a se», condición exclusiva de la esencia divina, infinita «in se et omnino a se»... Esa infinitas radicalis se relaciona con la intensiva, que es propia de las propiedades divinas y de las perfecciones simples. Lo cual significa, respecto de la existencia, su eternidad. Es la primacía de perfección lo que nos permite el salto noético desde el Ser necesario al Infinito. En el ámbito del ser no sólo hay lugar para lo incausado y lo efectible, lo necesario y lo contingente, sino para lo más perfecto y para lo menos y, desde luego, para lo absolutamente perfecto o perfecciones simples del ser espiritual, inteligente y volente. Habiendo en lo finito seres de este tipo y siendo aquellas perfecciones trascendentales a los dos modos internos supremos del ser, habrán de convenir, ante todo, a la Causa primera. El Ser primero es, pues, inteligente, volente, amante, libre y necesario (nótese el simplismo de quienes mutilan la teodicea escotista reduciéndola a una teodicea de un Dios Voluntad, Libertad y Amor) 38. 37 F. A ll u n t is , ”E s posible. Luego existe” . Ningún filósofo escolástico se esmeró tanto como Escoto en elaborar la prueba de la existencia de Dios. Si bien conoce y reconoce la prueba «por los hechos», prefiere la prueba «por los posibles». El Dios de Escoto no es simplemente el «primum Ens» o la Causa primera, sino el Infinito. Escoto rechaza todo ontologismo. En la univocidad de los conceptos tras­ cendentales y de las perfecciones simples radica, según él, la posibilidad de nuestro conocimiento de Dios. Su existencia no es auto-evidente. Ni puede demostrarse a priori, sino sólo con una demostración «quia». Aunque los Theoremata XV y XVI parecen socavar incluso ésta, ello no autoriza a rechazar una verdad insistentemente repetida por Escoto en sus obras cier­ 38. T . B arth , Die Grundstruktur des göttlichen Seins bei Johannes Duns Scotus, e n Franz. Stud. 48 (1966) 271-296.

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