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9 2 D O S A Ñ O S D E F IL O S O F IA E S C O T IS T A (1965-1966) las esencias finitas. La finitud de éstas proviene de ellas mismas. Si en las creaturas difieren esencia y existencia como quididad y modo, siendo la segunda un modo de la primera, en Dios la existencia pertenece a la esencia. Lo finito es «tan poco ser» que necesita del concurso divino; pero una vez puesto en el ser, lo es con tanta intensidad que encierra en sí la base para un dinamismo ontológico propio que lo encuadra en la escala de los seres y culmina en la individualidad. Tal ser finito consta de entidad y carencia de entidad o, mejor dicho, de aquel grado de perfección óntica para el que no está capacitado él, pero sí el ser en cuanto tal... Hoeres rechaza, por falta de seriedad, el achaque de esencialismo contra la filosofía de Escoto. Con igual o mayor derecho podría achacársele de exis- tencialista, ya que aduna en las cosas esencia y existencia mucho más estric tamente que los neotomistas. Bien podría, en cambio, atribuírsele un esen cialismo en oposición a esa «Seinsmystik» del actus entis, desconocida ente ramente por él y que, a pesar de los neotomistas, sabe más a Heidegger que a S. Tomás. Digamos, en fin, que el objeto de la metafísica para Escoto es la esencia en su neutralidad existencial 20. 19 J. R. C resswell , ¿Un "Kan t del s. X I I I " nada afín al del Card. González ? ¿Es singular e individual una sustancia material por derecho propio? Escoto respondería negativamente, pues entonces el entendimiento, al con cebirla como universal, la desnaturalizaría. Hay lugar, según Escoto, entre la unidad numérica del singular y el puro universal para una unidad «menos que numérica», pero real. Si la primera caracteriza al singular concreto, individualizado, la segunda caracteriza a la natura communis. La naturaleza de un objeto, en efecto, no puede ser única mente singular: en pro de la necesidad de una naturaleza suprasingular o menos que numérica —común— aduce Escoto media docena de argumentos, que Cresswell expone al detalle. En virtud de aquella naturaleza común se inserta una sustancia material en un grupo o clase de seres. No es ni singular ni universal, sino la contra partida del universal e indiferente al mismo. No se identifica ni con propie dades semejantes en seres diversos ni con una quididad obtenida por abs tracción, o sea, con una forma. Es necesaria para establecer distinciones y ofrecer explicaciones. Es como una exigencia de la razón para entender el mundo en torno. «La conocemos mediante el razonamiento discursivo, pro bando su necesidad doquiera tratemos de agrupar en clases a los individuos». ¿Kantismo? Esa explicación no parece distar mucho del sistema de aprioris o presupuestos de inteligibilidad. Pero existe una diferencia esencial: Kant quiere mostrar que las categorías aplicadas a la multiplicidad de lo sensible son condiciones necesarias y previas a nuestra experiencia. Escoto parece 20. W. H oeres , Wesen und Dasein bei Heinrich von Gent und Duns Scotus, en Franz. Stud. 47 (1965) 121-186. Cf. n. 8 de este boletin.
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