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G . Z A M O R A - G . D E S O T IE L L O 8 9 transformación de su doctrina por sus epígonos, autores de una clase es­ pecial de conceptos con significación en parte idéntica y en parte no (p. 332). Escoto, si bien reconoce una cierta analogía en perspectiva metafísi­ ca, considera absurdos en lógica tales conceptos. Un hombre, una palabra, tienen para él o un significado, o dos (o más), pero nunca el intermedio. Tal vía media es impracticable, impensable. Desde el punto de vista lógico sólo caben conceptos unívocos o equívocos. Más precisamente la tesis que Escoto rechaza es la siguiente: que un concepto pueda incluir signficados múltiples y, al mismo tiempo y a pesar de ello, conservar una unidad ana­ lógica (p. 333). Si la analogía en el orden lógico es inexistente, en el metafísico, donde ciertamente reconoce Escoto alguna, ni crea ni resuelve problemas, ni supone un acercamiento al tomismo. Tales divergencias son muy de fondo y radican últimamente en el irre­ ductible concepto de ser sostenido por ambos pensadores. Para Escoto el «es» posee un valor absoluto, que no refiere el ente de quien se afirma a otro. Para S. Tomás el «es» se dice relativamente, pues el ser finito se afirma siempre como participación en otro: el metafísico deberá luego abrirse paso, guiado por esa relatividad, hacia Dios. Es la cuarta vía. El ser está presente en todos los existentes apelando a un «unum essendi principium». Para Escoto no existe algo íntimamente común a todos los seres, ninguna par­ ticipación de todos en lo mismo. «Esse» significa para él la siempre diversa realización de una esencia determinada, no un lazo que ligue internamente todos los seres en unidad trascendental 17. 16 A. B. W o lt e r , ¿ Tan misteriosa com o la Trinidad ...? Ockham observó una vez que la distinción formal (d. f.) es un misterio tan grande como el de la Trinidad. Wolter cree que ese misterio se ilumina y desaparece si se estudia la d. f. en las mismas obras de Escoto, necesidad que ya reconoció en general el mismo Ockham. La d. f. se introdujo para formular la naturaleza exacta del fundamento real propio de una distinción intermedia, ni «real» ni mental. La impone la condición misma del individuo concreto con sus propiedades, que insepa­ rables del todo, no lo son ante la mente, ya que el concepto de una no incluye el de otra. S. Tomás se había pronunciado por la distinción real, E. de Gante por la puramente intencional. Escoto, usando una terminología de Olivi, se inclina por las rationes reales. Sobre el carácter objetivo de esos conceptos existe casi unanimidad entre los escolásticos. Mas ¿puede lo denotado por ellos calificarse de no idéntico aun antes de empezar la mente a pensarlo? La solución a ese problema evolucionó notablemente desde los días en que S. Tomás comentaba las Sentencias hasta que le llegó el tur­ no a Escoto. Aquél puede ser interpretado como favorable a la no identidad 17. G. S cheltens , Die thomistische Analogielehre und die Vnivozitatslehre des J. Duns Scoíus, en Franz. Stud. 47 (1965) 315-338.

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