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an te esta encíclica de Pablo VI. Es explicable; po rque ella contiene la acusación de muchos pecados del mundo social, y los que se sienten alud idos han de acusa r el impacto de verse descub iertos y condenados an te la hum an idad . Los amb ien tes de c a rá c te r marxista v ieron en la encíclica la ap robación de todas sus doctrinas, y la condenación decisiva de todo sistema cap italista. El Papa, se a firm aba en estos sectores, ha cap tado los g randes prob lem as cuya solución p reocupa hace ya siglos al marxismo, y busca darles remedio. Por o tra pa rte , el hecho de que la m isma p rensa cap italista haya tachado la encíclica de m arxista, alen tó a los com un istas y compañía a p rod igarle a la ­ banzas y considerarla casi exclusivamente como condena del capi­ talismo y colonialismo, responsab les únicos, según a firm aban , de las actuales desigualdades sociales del mundo. La p rensa de los países especialmente capitalistas ha reacciona­ do, en general, vio len tam en te con tra la encíclica. En Italia, en No rteam érica y en Alemania Occidental, con enorm e acritud . Con menos virulencia, en Francia e Ing la terra . Se la acusa de incita ­ ción a la violencia. De ser opuesta al estilo trad icional católico de moderación y equilibrio. De ser una m an ifestación del catolicismo izqu ierd ista más avanzado. Se la acusa de «política». De una po­ lítica hacia aden tro , de conveniencia, en cuan to que la Iglesia pa ­ rece in ten ta r con esta po stu ra singu lar a tra e rse la sim patía, tan to de los pueblos subdesarro llados, po r cuya redención y b ienestar aboga, como de los pueblos comun istas, con los que no le in teresa en fren ta rse. La p rensa serenam en te católica ha v isto en la encíclica un acon tecim ien to social de g ran m agn itud , a tono con los tiempos, y una especie de herencia del Concilio Vaticano II que es preciso ac ep ta r y en treg a r al mundo de hoy, que espera mucho de la Igle­ sia. Herencia especialmente p a ra los pueblos del subdesarro llo , des­ am p a rado s en su m iseria. La voz de la Iglesia que desea, pide y exige, como le es posible, el pan de los ricos p a ra sacia r el ham b re de los pobres. P a ra toda persona equ ilib rada, e sta encíclica significa el p ro ­ g ram a y la doc trina social de la Iglesia de hoy, cuya luz es la verdad , cuyo fin es la ju sticia , y cuya fuerza es el amo r, como d iría Ju an XX III. El p rog ram a y la doc trina social de la Iglesia de hoy, que se examinó a sí m isma en el Concilio, y anhela con­ tin u a r en la tie rra la ob ra de Cristo, ayudando al m undo con la enseñanza de la verdad , b a jo la luz del san to Evangelio. 3 3 4 S E N T ID O S O C IA L D E LA "PO P U LO R UM P R O G R E S S IO ”

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