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GERARDO ALONSO D E F IL T E L 343 a rm ón icam en te el desarro llo en su in teg ridad , elim inando la trip le hamb re: física, in telectual y e sp iritua l. No se tra ta so lam en te de que el hom b re sobreviva, sino de p ro cu ra rle tam b ién los medios p a ra vivir p lenam en te como una pe rsona capaz de fund a r una fa­ m ilia y d a r una educación sa tisfac to ria a sus h ijos 26. Según esto, es evidente que hoy se imponen dos clases de obli­ gaciones respecto a los hom b res o pueblos que se debaten en la pobreza: hacer que sobrevivan, y llevarles al desarro llo . En casos de necesidad menos urgen te y grave ha de in ten ta rse d irectam en te el desarro llo , puesto que esos necesitados pueden sobrevivir sin ayudas inm ed iatas. Pero en momentos de m ayor o ex trem a nece­ sidad debe comenzarse p o r log ra r que sobrevivan, y después in ten ­ ta r, definitivamente, el desarro llo y la promoción de la persona. En el mundo inmenso del subdesarro llo la m e jo r ayuda será, según las ca rac te rísticas de cada región, medios p a ra el trab a jo y la producción . En unas pa rte s, complejos industriales. En o tras, m aqu ina ria agrícola, fertilizan tes, sem illas selectas, medios de rie­ go... En casi todas, medios y métodos de trab a jo p a ra que éste, con menos esfuerzo, pero más inteligente y ordenado , rind a más. Y siem p re medios económicos sin los cuales muy poco se puede log rar en o rden a la promoción. Pero es preciso bu sca r y definir el verdadero sen tido de esta p romoción y del desarro llo . Existen pueblos en el m undo que sola­ m en te están desarro llados en apariencia; en un sen tido parcial. Ese desarro llo no afecta al hom b re en cuan to a la to ta lidad de su ser. Tal desarro llo de apariencia puede encand ila r a muchos pue­ blos que se debaten en plena campaña po r bu scar los bienes de que carecen. Es un peligro que qu iere ev ita r el Papa a toda costa. Po r eso, en la encíclica ha trazado , de mano m aestra , las ca rac­ terísticas del au tén tico desarro llo hum ano . Nos ha dado el sentido c ristiano del desarro llo . Es claro que, si esta promoción hum ana del hom b re y de todos los hom bres se logra, se h ab rá conseguido el bien común más per­ fecto y au tén tico de la sociedad, y, con él, h ab rán desaparecido todas esas in ju stas desigualdades. El bien común de la sociedad, bien entend ido , es el desarro llo hum ano . 26. A A S 58 (1966) p. 479. 3

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