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gica y decididamente. Ellas son hoy, p o r las ca rac te rísticas pecu­ liares del mundo actual, el enemigo núm ero uno p a ra la conviven­ cia y la paz de la hum an idad . Peligro inm inen te de subversiones e insurrecciones revo lucionarias, que serían, en definitiva, mayor de­ sa stre p a ra la sociedad 25. 34 2 S E N T ID O S O C IA L D E LA "P O P U LO R UM P R O G R E S S IO ” I II .—REMEDIO: EL DESARROLLO Ya sería mucho que el Papa denunciara las desigualdades y su in justicia. Pero sigue adelan te buscando el remedio. Lo encuen tra en el desarro llo de todos los hom b res y de todos los pueblos. La situación de ano rm alidad creada p o r las desigualdades es, en muchos casos, desesperan te. Si unos tienen de todo en abundan ­ cia, o tro s carecen hasta de lo más imp rescind ib le p a ra la vida. Es preciso ayuda r a estos to rtu rado s po r la m iseria. Las ayudas ind i­ viduales o colectivas, las limosnas económ icas o en especie, no b a stan p a ra sacia r el ham b re del necesitado y sacarlo de su m i­ seria. Se dan muchas limosnas que, siendo buenas en su inm ed iata aplicación, a la larga, fomen tan más la inactiv idad del pob re y lo afianzan en su p rop ia m iseria. Todo el mundo está de acuerdo en que la m e jo r ayuda, hoy, al necesitado es «promoverlo», llevarlo a que pueda valerse a sí m ismo po r medio de una activ idad ú til a la sociedad y dignam en te recompensada. Es p referib le, suele de­ cirse, en vez de d a r una com ida al pobre, p ropo rc ionarle una caña y enseñarle a pescar. Es m ejo r inco rpo rarlo dignam en te al mundo del trab a jo , que po rpo rc ionarle el rep a rto m ensual que le vuelve a d e ja r a merced de la necesidad y de la pobreza. Aunque el mundo ha comenzado a d e sp e rta r y a b a ta lla r con tra la situación de m iseria, es mucho de tem er que, p o r m u ltitud de circunstancias, no se llegue a la v icto ria to ta l. El p rob lem a de las desigualdades no se soluciona definitiva y sa tisfac to riam en te a base de socorros de emergencia, ocasionales, po r abundan tes que sean. Son la promoción y el desarro llo los que deben p lan tea r la ba ta lla , y sólo ellos, bien orien tados, pod rán ganarla. Ya an tes de la encíclica, era ésta la m en te de la Iglesia y del Papa. Baste reco rd a r el sentido del mensaje d irig ido po r Pablo VI al Secretario General de las Naciones Unidas, U Than t, con mo­ tivo de la inauguración , en Milán, del Consejo de Adm inistración de las Naciones Unidas p a ra el Desarrollo. Se tra ta de p romover 25. P. Progressio, n n . 9, 21, 22, 30, 31, 45.

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