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S. G O N ZA LEZ D E C A R R E A 3 1 7 predicación 25. Pero, ¿qué es lo que en definitiva podemos atribuir a ese Jesús de la historia? Muy poco: algunos dichos del sermón de la montaña, algunos dichos de controversia con los fariseos, un número de parábolas y material disperso de toda clase Por lo que se refiere al criterio de autenticidad, dice expresamente: «La autenticidad difícilmente se puede asegurar cuando existe confor­ midad con el judaismo tardío o con la comunidad pospascual» 27. «Unicamente pisamos sobre suelo más seguro cuando una deter­ minada tradición no se puede derivar por ningún motivo del ju­ daismo ni se puede atribuir al cristianismo primitivo, especialmente cuando el judío-cristianismo ha dulcificado y modelado el material recibido por juzgarlo demasiado atrevido» 28. E. Kásemann recalca mucho el influjo de la inspiración profètica en la formación de la tradición evangélica 29. Semejante es la postura de G. Bornkamm, H. Conzelmann, H. Braun, E. Fuchs. W. G. Kümmel adopta una actitud más con­ fiada. Cree totalmente posible distinguir entre textos y concepcio­ nes antiguas, históricamente seguras, y textos y concepciones per­ feccionados, y esto con bastante certeza. Como criterio para una tal distinción, se deben observar, por una parte, las tendencias que son características del desarrollo de la fe cristiana primitiva, y que por lo mismo han podido influir sobre la tradición de Jesús, tras- formándola. Por otra parte, la exactitud de los resultados así con­ seguidos se puede comprobar, si de la combinación de las tradi­ ciones reconocidas como antiguas resulta una imagen uniforme y comprensible de la figura y de la predicación de Jesús M. Dentro del círculo de autores que admiten y usufructúan al máximo los resultados de la morfocrítica, hay dos exégetas impor­ tantes que no comulgan con la actitud de Bultmann ni de la escuela bultmanniana: O. Cullmann y J. Jeremías. O. Cullmann acepta el hallazgo fundamental del método: que los evangelios y la tradición en ellos contenida son, ante todo, testimonios de je, no relatos históricos. Este carácter de la materia evangélica dificulta la tarea de emplear los evangelios como fuentes de conocimiento histórico, pero no dispensa al historiador y al teólogo de afrontar dicha tarea. 25. Exegetische Versuche und Besinnungen I, p. 211. 26. Ib., pp. 234, 203. 27. Ib., p. 211. 28. Ib., p. 204. 29. Ib., p. 234. 30. Das Problem des geschichtlichen Jesus in der gegenwärtigen Forschungslage, en Heilsgeschehen und Geschichte, p. 403.

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