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3 1 2 C R IT E R IO S DE A U T E N T IC ID A D . Ante esta abundante temática, nos preguntamos: ¿En virtud de qué criterios podemos descubrir lo auténticamente jesuano en los dichos evangélicos? En vista de la necesaria limitación de espa­ cio, hemos reducido el tema a los dichos sinópticos, dejando a un lado las cuestiones paralelas que nos ofrece el cuarto evangelio. Y dentro de los sinópticos, nos hemos contentado con indicar algu­ nos puntos más generales. El trabajo, por otra parte, no aspira a ofrecer conclusiones definitivas. Intenta simplemente suscitar el interés sobre un tema que juzgamos decisivo para el conocimiento exacto del Jesús histórico y para toda la apologética cristiana. BREVE HISTORIA DEL PROBLEMA. En realidad, el problema de la autenticidad de los dichos de Jesús, tal como se encuentran en los evangelios, no se ha plan­ teado hasta el siglo x v i i i , con la admisión del método histórico- crítico en el estudio de la Biblia. Para la interpretación tradicional de los evangelios, no podía existir tal problema. Esta actitud tra­ dicional, común a los católicos y a los protestantes, estaba condi­ cionada por dos supuestos doctrinales. Por una parte, la admisión de la plena historicidad del contenido evangélico. Historicidad que se apoyaba en la condición de los evangelistas, que eran o testigos oculares de los hechos narrados —Juan, Mateo— o habían recibido su información de testigos oculares —Marcos, Lucas—. Por otra parte, se creía que la inspiración garantizaba suficientemente la exactitud histórica de todos los dichos que se atribuían a Jesús. Es cierto que ya desde antiguo se admitió lo que llamaríamos hoy una cierta actividad redaccional de los evangelistas 5. Pero esto no justificaba la más mínimo duda con respecto a la autenticidad de los dichos. Resumimos: Para la actitud tradicional el criterio de autenticidad consistía fundamentalmente en el hecho de que deter­ minado dicho se atribuía en los evangelios a Jesús. La autoridad histórica y la naturaleza inspirada de los evangelios excluían toda posible duda. Un paso decisivo para el estudio histórico de Jesús se dio a finales del siglo x v i i i , gracias a las obras de J. S. Semler y D. F. Mi- chaelis 6. Pero fue, sobre todo, la aparición de la «Vida de Jesús» 5. E s sig n ifica tivo a este respecto e l célebre texto de San A gu stín en su obra De consensu evangelistarum, 2, 2, 12, 27 ss.; M L 34, 1090 s. 6. Cf. W. G. Kümmel, Das Neue Testament. Geschichte der Erforschung seiner Probleme. Freiburg-M ünchen 1958, p. 73 ss.

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