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S. G O N Z A L E Z D E C AR R EA 3 2 7 la comunidad donde se forma la tradición evangélica: una comu­ nidad judía y creyente, en una situación nueva y distinta de la situación en que predicó Jesús. Por lo mismo, aquellos dichos que conservan independencia con respecto al medio ambiente trans­ misor, tienen todas las probabilidades de mantener la forma pri­ mitiva, original. Bajo este aspecto, el criterio es decisivo, y al mis­ mo tiempo, piedra de toque para comprobar la exactitud de los resultados probables de otros criterios. Pero no se le debe considerar como criterio único y exclusivo, aunque en los casos en que se pueda aplicar sea el más seguro. Dicho de otra manera, no se pueden considerar como únicamente jesuanos los dichos que presentan esa independencia. Por una par­ te, no hay motivo para establecer una oposición entre las tenden­ cias de la comunidad y el pensamiento original de Jesús. Aunque se admita que el hecho de la muerte y la fe en la resurrección cam­ bian la circunstancia vital de la comunidad de Pascua, ello no obliga a suponer una ruptura total entre Jesús y la primitiva Igle­ sia. Nada impide, por lo tanto, que la comunidad pascual se haya servido de los dichos auténticos de Jesús para expresar sus creen­ cias. Tanto más cuanto que se debe admitir en la formación de la vida pascual el influjo decisivo de la enseñanza de Jesús. Esto, en principio, lo suponen también los morfocríticos de la escuela bultmanniana. Con todo, en los casos en que se presenta como pro­ bable que un dicho sea de Jesús o de la comunidad, en general se inclinan por lo segundo: considerarlo creación de la fe pascual o de las necesidades de la primitiva Iglesia. Además, los morfo­ críticos bultmannianos, debido a la interpretación existencia! de la figura de Jesús, practican una excesiva reducción en lo referente a su enseñanza. Así, en lo tocante a la espera futura, el pensamiento de Jesús queda reducido casi a esta afirmación: el reino de Dios está cerca “ . No se debe olvidar tampoco lo difícil que resulta reconstruir los ambientes y las tendencias de la primitiva comu­ nidad. Por otra parte, todos admiten una vinculación de Jesús con el medio ambiente judío de su tiempo. De modo especial se le supo­ ne vinculado con las corrientes apocalípticas 57. En todo caso es claro que tanto su forma de decir como su pensamiento no se pueden entender al margen del mundo judío palestinense de la época. Desde este punto de vista aparece totalmente falsa la po­ 56. C f. O. C u llm a n n , H e il a ls G esch ich te , p . 171. 57. C f. n ota 20.

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