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EM ILTO BAND E 2 5 5 ción tem poral, responde a la necesidad eclesial de enca rna r y «cris- toñnalizar» todas las cosas que deben ser llevadas al encuen tro reden tivo y glorificador con el Padre en Cristo —aposto lado— . A través de él, en cada acción, la Iglesia —h isto ria de salva­ ción— va comp letando en el mundo lo que falta al m isterio sal- vífico de Cristo. Ahí, po r él, la vida hum ana va llegando a su ple­ n itud según el p ropósito de Dios al ser in fo rm ada po r el am o r crístico de sus m iembros. Por eso, en su acción social de hombre bau tizado la natu ra leza se va tra sfo rm ando en Cristo. Pues Cristo, según San Pablo, no sólo es c reado r del mundo (Col. 1, 16), sino tam b ién su fundam en to (Col. 1, 17), y su fin ú lti­ mo (Col. 1, 16; Ef. 1, 9-10; 1 Cor. 1, 20). Po r tan to , el mundo «a p riori» está ya «cristofinalizado». Todo va im p lícitam en te hacia El. Pero el laico debe hacer que esta tendencia se haga explícita en la acción reden to ra de la Iglesia. Y esto con una po stu ra e sp iritua l p rop ia. Diferente de la del sacerdo te y de la del religioso. Pues el sacerdo te es sacado del m un ­ do p a ra in te rcede r po r él (Hebr. 5, 1 ss.). Y es consagrado ontoló- gicamente como socio de Cristo. Por tan to en su m isma esencia está fuera del mundo, aunque emp íricam en te deba con tinu a r en él. El religioso ha renunciado al mundo en su m ismo fundam en to , y aunque pueda rea liza r profesiones «profanas» su estado de renun ­ cia perm anece en la consagración transcenden te. Cierto que el laico tam b ién renuncia al mundo, pero sin el as­ pecto palpab le y eclesial de la o rdenación o de los votos. Por eso el laico, en el mundo, está en su puesto esencial, m ien­ tra s que el religioso y el sacerdo te tra tan desde o tro lado de salvar almas y cuerpos. Es la Iglesia — del am o r que trasciende al mundo (religiosos). — del am o r que in tercede y santifica (sacerdotes). — del am o r que se encarna en el mundo (laicos). Estos viven así: 1.° La experiencia de Cristo ap rend iéndo lo y gustándo lo en ab ra ­ zo de amor. 2.° La experiencia de la Iglesia. Sólo po r él y allí puede ésta cum p lir lo que aún falta a la Redención de Cristo. Po r eso el laico debe siempre sen tirse Iglesia amando el mundo , y dando testimon io social como iglesia en comun idad y liturg ia.

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