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K A R L IP S E R 2 3 3 el que se da la mano el nom b re de Jesús con una m aldición? Dic­ tado po r el m ismo poeta, según W. Hall, dice así: Good friend, for Jesús sake forbear to dig the dust enclosed here. Blessed be the man who spares these stones, and curse be he that moves my bones. (Amigo bueno, líb ra te de cavar el polvo aqu í encerrado . Ben­ d ito el hom b re que respete estas p ied ras y m ald ito el que mis huesos mueva). ¿No con firm an esos versos nuestras sospechas de un Sh. incré­ dulo? ¡Una maldición sobre una tum ba y el nom bre de Jesú s... de e span tapája ros! ? La je ra rq u ía eclesiástica débil o claud ican te en épocas de per­ secución es incu lpada de falta de fe y de ca rác te r o de opo rtun ism o político si no sale en defensa de sus iglesias y feligreses... e incluso de m ino rías no cató licas... En cambio, «la cumb re inaccesible del d ram a occidental» puede pe rm itirse el lu jo de e sc rib ir cientos de m iles de versos, decenas de dram as, farsas, sonetos... sin ten e r un solo rep roche con tra la tiran ía y los persegu idores de su fe. Leyéndolo se tiene la impresión de que sus personajes hablan, piensan, ob ran en un paisaje que parece h abe r percib ido tan sólo de oídas el m ensaje cristiano . Si, en frase de Goethe, sería posible re su c ita r la poesía basán ­ dose ún icam en te en "El príncipe constante”, de Calderón 2, y m ien­ tra s el Fausto y la Ifigenia goethianos a su vez b a sta rían p a ra com­ p ro b a r 3.000 años de pensam ien to occidental, en las ob ras de Sh. apenas hay indicios de habe r surgido tra s 1.500 años de cu ltu ra cristiana, quince siglos después de la Encarnación y en la m isma época que El Quijote, los d ram as de Lope y las creaciones de El Greco. Sh. silencia a Cristo, y lo aleja de la H istoria, pasando po r alto el Evangelio. Sus tab las son p a le stra de incrédulos, an a rqu is­ tas, déspo tas, ocu ltistas, lib repensado res y héroes de su rincón in ­ su lar. La fe, la esperanza, la redención ... yacen al margen del ho ri­ zonte de la tie rra shakesperiana. Desde hace 400 años Sh. es un documento fehacien te de que Ing la te rra está separada del con ti­ nen te no sólo po r un canal, sino tam b ién de que es una isla del e sp íritu , cuyo «espléndido aislam iento» la ha encallado en escle­ rosis in te rio r. ¿Pues, si no, qué herencia e sp iritu a l defienden, ac re ­ 2. Carta a Schiller, 28.1.1804.

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