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S H A K E S P E A R E , P O E T A D E L « E S P L E N D I D O A I S L A M I E N T O » * (i Continuación ) IV. SHAKESPEARE ANTE LO CLASICO Y LO CRISTIANO Al siglo x ix debemos la equ iparación desd ichada de Shakespeare ( = Sh.) con Homero y los an tiguos trágicos. In fo rtun ad a , sí, pues el «santo Homero» (H. R ahner ), el «peda­ gogo de toda Grecia» ( P l a t o n ), ha guiado a su pueblo h a sta las cimas im po lu tas de la nostalg ia de Dios y fue, en alas de la poesía, vidente, p recu rso r e im pu lso r de los paganos hacia el Logos. «El hom b re se h a acostum b rado —escrib ía G oethe en 1814— a leer d iariam en te en la Biblia o en Homero». Los d ram as de Sh., po r el con tra rio , son escenificaciones p ri­ vadas de sucesos locales a escala menor, sin contenido tran scen ­ dente, m itológico o teológico. Ni ilum inan el sen tido de este mundo ni alim en tan la esperanza en o tro in fru strab le de au tén tico hum a­ nismo. Sus hom b res-esp íritus, sus c ria tu ra s espectrales, no invocan a los dioses ni a Dios, no escuchan a los P ro fetas ni m iran al Gòl­ gota, ni a Pablo ni a Lutero. Cierto que no faltan en él menciones de Zeus, Apolo, Diana, Mercurio, Jesús, el Cielo, Dios, el pecado, la o rac ión ... Pero se tr a ta de alusiones sin vida, ru tin a s lingüísticas a jenas a la en trañ a del acon tecer que decoran, nada más: v iñetas evanescentes p a ra p a lia r la tris te situación de unos hom bres diso­ ciados de su pasado esp iritual. ¡ Po r ello parece Sh. a muchos tan «moderno», tan de nues­ tro s días! Aducir como p ru eb a de su catolicismo el empleo de nociones * Cf. NatGrac 13 (1966) 155-166.

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