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228 LA F IL O S O F IA C A T O L IC A V IS T A D E SD E LA U .R .S .S . sonal, recu rren al idealismo p a ra que les de un Dios impersonal, embellecido? ¿O todo lo que escriben sobre Dios es un ovillo de sinsen tidos, caren te del más elemental atisbo de lógica? También nos en teram os del ca rác te r reaccionario y de la incon­ sistencia de la idea de Dios y de las ten ta tivas llevadas a cabo p a ra defenderla, «puestas en evidencia po r el cu rso de todas las cien­ cias n a tu ra le s y sociales». Lástima de ciencias na tu ra le s y sociales. Porque lo cierto es que ninguna ciencia, ni n a tu ra l ni social, tiene competencia sobre un p rob lem a metafísico. Dios no es rea lidad emp írica, que es lo único que cae b a jo el con tro l de las ciencias. ¿No ha escrito el m ismo Konstan tinov que po r mucho que avancen en su desarro llo las ciencias p a rticu la res, po r mucho que se ram i­ fique el árbo l de la ciencia, la filosofía jam á s pe rde rá su razón de ser? ¿Y que el progreso de las ciencias se encarga de p lan tea r a las ciencias p a rticu la res p rob lem as a los que no puede d a r respuesta el especialista que no posee una concepción filosófica del mundo? Es un hecho que los ideólogos m arx istas dogmatizan sob re cuestio­ nes que ninguna ciencia puede resolver. ¿ Qué ciencia dem uestra que el mundo no tuvo un princip io? ¿Qué ciencia dem uestra que no hay Dios ni seres esp irituales? Inven tan un Dios que sería una cosa más del mundo y, al no encon trarle como le imaginaron, lo rechazan. Eso es todo. Cuando hab lan de los seres espirituales nos qu ieren hacer pen sar tam b ién una ton te ría enorme: que defendemos el espacio p lu rid im ensional p a ra bu sca r con ello un sitio donde a lo ja r los esp íritus. Pero eso ningún idealista lo ha soñado jam ás. Los espí­ ritu s no necesitan ni la cu a rta ni la enésima dimensión. Son adi- mensionales, po r eso son esp íritus. «Las lucubraciones de los pen­ sado res idealistas sobre los espacios m u ltid imensionales, tend ien ­ tes a re fu ta r el m aterialismo , carecen de todo fundam en to» (FFM, 159). No cabe duda de que la teo ría de los espacios pluridimensio- nales no re fu ta al m aterialism o y nadie le a ta c a rá po r ese lado. Acerca del C ristianismo tampoco tienen ideas muy claras. Ya comienzan oscureciendo la cuestión cronológica. No hab lan de la e ra c ristiana, sino de «nuestra era», que, claro está, es la cristiana. M ien tras el DF señala como fecha del nacim ien to del cristian ism o a mediados del siglo i, Konstan tinov , y él sab rá p o r qué, da como fecha el siglo i an tes de nu e stra era. O sea, que el c ristian ism o nació an tes de Jesucristo . Por To visto nació como religión de los esclavos y de los tra b a ja ­ dores oprim idos. Pero luego, sin que se nos explique la razón ni el motivo del cambio, parece que el cristian ism o triun fó po rque las clases dom inan tes e staban in te resadas en el cristian ism o , dado que

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