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G A B R IE L D E S O T IE L L O 2 2 7 y pensadores «idealistas». E n tre ellos está San to Tomás. Tan no es inn a ta esa idea, que p a ra llegar a ella no hay o tro cam ino que co­ m enzar po r los sentidos. A p a rtir de las cosas que aprehenden los sentidos se eleva la mente a realidades más altas y la intelección de lo sensible nos llev aa en tende r las cosas divinas 14. Y en o tro pasaje escribe: «La proposición ’’Dios existe” ... con respecto a nos­ o tro s no es evidente, sino que necesita ser dem ostrada po r medio de cosas más conocidas de noso tros, aunque po r su natu ra leza sean menos evidentes, es decir, p o r sus efectos» 15. N inguna necesidad ten íamos de demostraciones si esa idea la lleváramos innata en el alma. El innatism o , tan to de la idea de Dios como de cualqu ier o tra idea lo han combatido la gran mayoría de los filósofos y teó­ logos católicos, digo idealistas. O tras veces nos a tribuyen una ac titud fideísta respecto de Dios. Dios p a ra noso tros sería «una esencia sob rena tu ra l, susceptible de se r ún icam en te ob jeto de fe» (DF, Espíritu). No sabemos a qué c a rta quedam o s, po rque unas veces nos hacen innatistas, o tra s fi- deístas, o tra s nos p resen tan aduciendo p ruebas de la existencia de Dios. La definición de Dios en el DF no puede ser más desdichada: «Imagen fan tá stica de un ser sob ren a tu ra l, todopoderoso , al que se a tribuye la creación y la dirección del m undo ... Las rep re sen ta ­ ciones de Dios constituyen la base de las fo rm as m odernas de la religión» (DF, Dios). Lo de «imagen fan tástica» lo vamos a poner en la cuen ta del a u to r del artícu lo . Más in te resan te sería que nos d ije ran cómo surg ieron esas rep resen taciones de Dios que con sti­ tuyen la base de las fo rm as m odernas de religión. Después de decirnos cómo se concibe a Dios en el judaismo , en el islam ismo y en el cristian ism o , tropezamos con estas miríficas afirmaciones: «La teología recu rre al idealismo en su in ten to de d em o stra r filosóficamente la existencia de Dios, en su ten ta tiva de embellecer y velar el contenido de la idea de Dios y p re sen ta r a éste en fo rm a de idea abso lu ta, de vo lun tad un iversal, de cierto princip io racional impersonal». Aquí se pod ría pen sar en el idea­ lismo germánico del siglo pasado; pero la religión, ninguna de las tres religiones nom b radas, ha recu rrido a ese idealismo en busca de p ruebas de la existencia de Dios. ¿S e rá que ser persona es algo deg radan te, cuando esas tres religiones, que adm iten un Dios per­ 14. «Ex his quae sensibus aprehendit, mens in aliqua ulteriora manuducitur, sicut etiam sensibilia intellecta manuducunt in intelligibilia divinorum». De verit., q. 10, a. 6. 15. S. th., I, q. 2, a. 1. 5

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