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224 LA F IL O S O F IA C A T O L IC A V IS T A D E SD E LA U .R .S .S . «huella», «vestigio», «imagen», decían los clásicos, de la razón divi­ na. ¿Cómo se les iba a o cu rrir a los neo tom istas oponerlas? Sin embargo, hay algo en que tengo que da r la razón a los comun istas. Y esto puede considerarse como una p rueba de mi buena volun tad . Y les doy la razón cuando escriben: «Los neo to ­ m istas con tem poráneos (algunos, muy pocos, d iría yo) recu rren a o tro proced im ien to , se esfuerzan po r ap rox im ar el neotom ismo y el m aterialismo dialéctico, falseando prev iam en te a éste ú ltim o (y no digamos lo que con ello falsean tam b ién al prim ero). Con el afán de en con tra r rasgos sem ejan tes en tre la filosofía de Carlos Marx y la de Tomás de Aquino, escriben que tan to Marx como Tomás lucharon po r el reconocim iento del mundo real sensible (¿en qué quedamos? ¿No nos d ijeron an tes que noso tros considerábam os al mundo ilusorio e inex isten te? Se ve que los escolásticos tenemos que decir en cada caso lo que convenga a los discípulos de Marx) que el comunismo y el catolicismo tienen muchos pun tos de con­ tacto , pues ambos asp iran a la felicidad del hom bre: el p rim ero a la felicidad de la tie rra , y el segundo a la b ienaven tu ranza del cielo. (Dejemos de lado esta grotesca simplificación). Es difícil im ag inar un paralelo más ab su rdo y fan tástico que el paralelo en tre el m aterialism o científico y la filosofía religiosa del catolicismo p re ­ conizada po r los neo tom istas» (Ib., 481). Esto es verdad. Hay cató­ licos que están desempeñando un papel to rpe y hum illan te, pidien­ do casi perdón de no se r to ta lm en te comun istas, pero confesando que lo son más de lo que h a sta aho ra se pensaba. Los comun istas no qu ieren saber nada de ese paren tesco inventado a ú ltim a ho ra. El libro «Manual de M aterialismo Dialéctico» term ina consig­ nando que una « im po rtan tísim a tarea» de todos los p a rtido s del m aterialism o d ialéctico está en in tensificar la lucha con tra el neo- tom ismo que, en los ú ltim os años, «ha aum en tado visiblemente su actividad». E stán en su perfecto derecho. Unicamente desearíamos que no se luchara con tra duendes, con tra un neo tom ismo que los comun istas se inven tan «ad usum Delphinis», que en este caso el Delfín son «los alum nos de las escuelas superio res del Partido , los trab a jado re s de los organismos p a rtid a rio s y sov iéticos..., los p ropagand istas del secto r de instrucción política, así como todos aquellos que se in te resan p o r el m aterialism o dialéctico» (Ib . 7). Konstan tinov se m u estra un poco m e jo r informado , ha leído a J. Collins y a Maritain y las dos páginas escasas que dedica al neo- tom ismo, aunque falsas tam b ién , recogen po stu ra s neoescolásticas. Como cuando dice: «Una de las tesis fundam en tales neo tom istas es la de la a rm on ía en tre la ciencia y el saber, en tre la religión y la ciencia... Pero, en realidad , la tesis de la a rm on ía en tre la reli

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