PS_NyG_1967v014n002p0205_0229

G A B R IE L D E S O T IE L L O 2 2 3 «Los neo tom ista s... afirm an que existen varios c riterios de ver­ dad: El p rim e r criterio , según ellos, es el del sen tido común» (Ib.). No hay un solo neo tom ista que defienda esa po stu ra . El criterio del sen tido común lo defendió Reid en el siglo xvm , y en el x ix lo adop ­ tó Balmes, pero no p a ra todas las verdades, pues negó su valor tan to en el campo de las verdades ideales como en el de las certezas su jetivas. Hoy todos los neoescolásticos están acordes en reconocer la evidencia inm ed iata como p rim e r c riterio de verdad. «El te rc e r criterio de verdad , y el más elevado, rad ica p a ra ellos en la concordancia de tales o cuales afirm aciones de la ciencia con los dogmas religiosos» (Ib.). Me imagino que, si es el más elevado, hub iera sido más d iscreto colocarlo en p rim e r lugar, sobre todo si se tiene en cuen ta lo dicho más a rrib a , a saber, que la adhesión in telectual se cumple en v irtud de la vo lun tad divina. Si pensamos al d ictado de Dios, ¿ qué o tro c riterio que el dogma p a ra com p roba r si nuestros ju icios son verdaderos? Aunque si es la vo lun tad de Dios la que decide nu e stra adhesión, ¿cómo los neo tom istas son tan ingenuos que no se dan cuen ta de que, en tal caso, todos sus ju icios serían verdaderos y ya no necesitarían bu scar ningún o tro criterio de verdad? Y como sín tesis de la exposición que han hecho del neotom ismo, asien ten estas afirmaciones: «De este modo, la esencia de la filo­ sofía neo tom ista se reduce a lim ita r la inteligencia po r la religión, a a firm a r que la razón sup rem a pertenece a las Sagradas E sc ritu ras, que la perecedera razón hum ana se opone a la sob rehum ana razón divina» (Ib ., 480). Detengámonos un momento an te este zurcido de ridiculeces. La inteligencia hum ana es lo que es, una razón finita que no alcanza los m isterios divinos y a la que incluso se le escapan muchos hu ­ manos. ¿N o se dice en el m ismo libro que «el mundo objetivo es infin itamen te variado y se desarro lla con arreg lo a leyes más com­ p lejas de las que conocemos hoy día?». La Revelación no d ism i­ nuye en nada la capacidad de la inteligencia hum ana; la amp lía al concederle acceso a un mundo al que po r sí sola no pod ría llegar. «Que la razón sup rem a pertenece a las Sagradas Escritu ras» : en el nivel de la ciencia n ingún neo tom ista defiende que sea la Biblia un lib ro de ciencia. En cuan to la Biblia nos manifiesta un plan de Dios sobre el hombre, na tu ra lm en te que es la razón sup re ­ ma p a ra el hombre. ¿Y qué inconveniente hay en ello? Eso de que la perecedera razón hum ana se opone a la sob re­ hum ana razón divina es lo que en castellano llamamos h ab la r p o r no callar. La razón hum ana no es perecedera, ya que es una razón inm o rta l. Y no se opone a la razón divina, ya que es un reflejo,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz