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G A B R IE L D E S O T IE L L O 221 «Los neo tom istas reconocen po r verdadero lo que se ha demos­ trado con ayuda de la deducción lógica, con la pa rticu la rid ad de que basan las p rem isas del pensam ien to deductivo en los dogmas de la Iglesia» (Ib ., 479). Nada de eso es cierto. Los neo tom istas re ­ conocen, como todo el mundo do tado de sen tido común, que hay verdades p rim e ras, indem ostrab les, po rque se paten tizan po r sí m ismas. Para éstas no se necesita p rem isa de ninguna clase. Y hay verdades a las que llegamos m ed ian te una demostración , sea de­ ductiva o inductiva. Pero ningún tom ista p a rte en filosofía de p re ­ misas que sean dogmas de la Iglesia. No olvidan lo que escribió San to Tomás, que las verdades de la revelación y de la filosofía son «de género diferente». Un neo tom ista —y en esto todos los o tro s le acompañan— ha escrito: «La filosofía es au tónom a y libre en su orden . Si la fe in terv in iese en su trab a jo , la filosofía cesaría de ex istir pu ra y simplemente y se tran sfo rm a ría en teología» ,0. Da grim a tene r que descender a estas verdades de abecedario filo­ sófico; pero se ve que este abecedario sigue siendo una esfinge p a ra los p rofesores de filosofía de de trá s del telón de acero. «La asp iración de los neo tom istas a conciliar la ciencia y la reli­ gión se reduce, en los hechos, al sometim ien to de la ciencia a la religión» (Ib.). No hay tal sometim ien to desde el momento en que p roclam an la au tonom ía de la ciencia. Lo que ocu rre es que los neo tom istas saben que no es posible una oposición irreductib le , dado que no existe más que una fuen te de verdad , Dios, que se manifiesta en las leyes del cosmos y se ha m an ifestado tam b ién en su p a lab ra revelada, los dos lib ros en que se puede leer su pensam ien to , como pun tualiza San Buenaven tura. «En su p ropósito de lim ita r las posib ilidades del conocim iento científico, los neo tom istas declaran que sólo la revelación es la fuen te ve rdade ra del conocim iento del mundo» (Ib.). ¿S e ría mucho atrev im ien to ped ir que se nos cite un tom ista, uno sólo, que sus­ criba sem ejan te desatino? M ien tras tan to será difícil que nadie se deje engañar po r esas afirm aciones mendaces. «Para d em o stra r la imperfección de la verdad científica, tra tan de u tiliza r el hecho de la relativ idad de los conocim ientos cientí­ ficos» (Ib.). Que muchos conocim ientos científicos están afectados de relativ idad , no h ab rá hoy un solo científico que lo niegue. Pero los tom istas han enseñado siempre que un conocim iento abso lu to es accesible al hom b re m ed ian te el uso de la razón, sin recurso alguno a la revelación. 10. R . V e rn e a u x, Introduction générale et logique. P a ris 1964, 31.

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