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21 S LA F IL O S O F IA C A T O L IC A V IS T A D E SD E LA U .R .S .S . SALIDA AL CAMPO DE LA CULTURA. No ha sido solamente el pensam ien to filosófico el que ha que­ dado desfigurado. Lo han sido igualmente los p roductos de la cul­ tu ra en general, h a sta el pun to de p resen tarno s un cuad ro que en ocasiones resu lta cómico. El p rob lem a del origen del hom b re se lo sa ltan con una agilidad pasmosa: «La solución fue apo rtad a po r la teo ría de F. Engels acerca del papel del trab a jo en el origen del hombre, basada en la doc trina da rw in ista de la evolución. De este modo, la idea de unas fuerzas inm ateriales y de un m isterioso m un ­ do sob rena tu ra l fue expulsada tam b ién de este secto r de la rea ­ lidad» (FFM, 173). Con esta explicación, que no lo es, se quedan tan satisfechos. Pero no nos so rp rend e rá nada en este terreno si conocemos los dogmas intangibles, las incuestionab les prem isas de que pa rte la teo ría m arx ista. Esas doctrinas básicas son, en tre o tras, las siguientes: en el fondo no hay más que dos explicaciones de la realidad , la idealista y la m ate ria lista . Por idealismo en tienden toda doc trina que acepte un mundo de esencias, de valores, de fines: un abso lu to que no sea la m ateria. Ahora bien, «el idealismo conduce a la ciencia al callejón sin salida del agnosticismo, le subo r­ dina a la religión» (DF, Ciencia). F ren te al bloque del idealismo, «massa damnata» , se levanta el m aterialismo . «El m aterialism o d ia­ léctico constituye la ún ica filosofía científica, asen tada sobre los sólidos fundam en tos de la ciencia moderna» (FFM, 26 y passim ). Y en lugar de aduc ir p ruebas am on tonan aserto s apodícticos, tan g ra tu ito s como los an te rio res o como éste que aqu í voy a citar: «En ninguna p a rte del universo ha existido, existe o ex istirá nunca algo que no sea la m ate ria en movim iento o que no sea engendrado po r ella» (FFM, 174). Ya lo saben ustedes, todo aquel que p re tenda ten e r una visión científica o filosófica del universo no tiene o tro remedio sino inscrib irse en el discip linado ba ta llón del m a te ria ­ lismo dialéctico. La ley física más innocua, la de la conservación de la energía, es una ley que p roclam a la verdad del m ate ria lism o ... Todo po rque se han imaginado que los que adm itim os a Dios de­ fendemos la pereg rina idea de que, de cuándo en cuándo al menos, una fuerza de afuera, m isteriosa, se deja sen tir en las fuerzas na­ tu rales. Natu ralm en te, si esto fuera así, las leyes físicas perde rían su seguridad y la ciencia se to rn a ría incon tro lab le. Con tra esto p ro ­ testan , y no les falta razón. «No existe ninguna cosa, ningún lugar, ningún fenómeno de la na tu ra leza o de la sociedad, en los que se den o puedan darse acciones que provengan de un m isterioso mundo inm a te ria l y atestigüen su existencia» (FFM, 172). Si a este pá rra fo le restam os su pe tu lan te abso lu tism o , podemos sacar de él el con

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