PS_NyG_1967v014n002p0181_0204

20« LA C O N T EM P L A C IO N E S T E T IC A EN S. B U E N A V E N T U R A San Buenaven tu ra lo explica m ed ian te tres ejemplos: la luz del sol, el concurso de Dios en la actividad de las c rea tu ra s, el sello que deja imp resa su inscripción en la cera. Bástenos el p rim e ro 47. La luz n a tu ra l del sol ilum ina la tie rra y hace posible la visión de las cosas con ayuda de la luz. Y, sin embargo, no advertim os la fuen te de donde procede esta luz; ni siqu iera advertim os la luz en sí. De igual m anera el hom b re ve, juzga según los princip ios y reglas infalibles de la luz divina. Ve en, por, con las ideas divinas. Pero esta visión no es una visión d irecta de Dios, ni de sus ideas. No es ontologismo. La influencia divina no anu la la activ idad de la c rea tu ra . «Nec nuda, nec sola, sed cum phan tasm ate» es la fa­ mosa frase bonaven tu riana. Es decir, la influencia divina va un ida a la activ idad imperfecta del fan tasm a en el conocim iento hum ano 48. El fin de la ilum inación es mover, poner en activ idad a la in te­ ligencia, p a ra que consiga su p len itud . Es tam b ién finalidad suya el ser ley del conocim iento. Y, como ley, comunica, hace pa rtícipe a la inteligencia hum ana, den tro de sus posib ilidades de c rea tu ra , de la necesidad e inm u tab ilidad prop ia. Y es precisam en te esta inmu­ tab ilidad la que hace que la m en te vea los ob jetos en su dimen­ sión inmu tab le: en cuan to son necesariam en te im itación de una idea divina ejem p lar. Si el ob jeto no tuv iera alguna razón de nece­ sidad esencial, la ciencia sería imposible. Perdería su validez en el continuo fieri de las cosas. La ilum inación está así en troncada con la doc trina ejem p larista. Todo ob jeto de con temp lación manifiesta de algún modo la p re­ sencia de su artífice. T ratándose de un artífice hum ano , la ob ra de a rte im ita una idea ejem p la r de la m en te hum ana. Y su en trad a en la existencia ex tram en tal se realiza m ed ian te la transfo rm ac ión de la m ate ria o de la na tu ra leza ya existente. T ra tándose de Dios, la idea divina no e n tra den tro de las categorías existentes de cons­ trucción hum ana po r tran sfo rm ac ión de la m ateria. En la acción de Dios, tan to la en tidad acabada en cuan to tal en tidad como la m a te ria con que se construye son im itación to ta l de las infinitas v irtua lidades im itativas de su esencia. Por esto toda acción ad ex tra de Dios en este sen tido es creación 49. Si esta idea e jem p la r no e stu ­ 47. H a d r ia n u s a K k iz o v ija n , o . c ., c . IV. 48. Jean d e D ie u de C h a m p secret, en su Introducción a l Itineraire de Vame en elle-même, pp. 78-88. 49. «Sicut oculus intentus in varias colorum differentias lucem per quam videt coetera, non videt, et si videt, non advertir sic oculus mentis nostrae, intentus in entia particularia et universalia, ipsum esse extra omne genus, licet, primo ocurrat menti et per ipsum alia, tamen non advertit». Itiner., c. V, n. 4; t. V, p. 309. (Cf. nota 33).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz