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VICENTE MUÑIZ 197 m ism a mano creado ra. Reflejan, aunque en d istin to grado, la in te ­ ligencia que les dio origen. E stas consecuencias, aunque no hayan sido explícitamente fo r­ mu ladas po r San Buenaven tu ra, pueden deducirse inm ed iatam en te de sus postu lados e jem p la ristas. Resta po r de te rm ina r en qué facu ltad del hom b re se debe colo­ car la contemplación. Con temp lar es algo más que conocer. La con temp lación im po rta un conocim iento experimen tal, una viven­ cia sen tida de la belleza. La con templación es la quietación de la inteligencia y la delectación de la vo lun tad , fundidos los dos actos en unidad . No ob stan te se puede p regun ta r: ¿La esencia de la con­ templación rad ica en el conocim iento, de tal modo que la fruición de la belleza no sea más que una consecuencia del conocim iento? ¿O es el conocim iento un simple acto requerido p a ra la fruición, sin que fo rm e p a rte de la esencia de éste? La fru ición es de la po tencia concupiscible y es acto de la vo­ lun tad 39. En sen tido p rop io y e stric to es sólo del ú ltim o fin, Dios. Pero en sen tido común y lato se fruye tam b ién del am o r no refe­ rido al ú ltim o fin d irectam en te 40. La razón perfecta de fru ición se da en la complacencia de la visión de una cosa y en la posesión de ésta po r el amor. El simple conocim iento o visión no basta. Ni la simple posesión. Estos son requ isitos imprescind ib les. Psicológica­ mente, como estado form al, la fru ición es la complacencia en el am o r de la cosa conocida y poseída. Cuando esta posesión qu ieta y deleitable es indefectible y eterna, entonces se tiene la bienaven­ tu ranza p rop ia del cielo 41. Po r concom itancia, la felicidad de la fru ición se extiende a las demás po tencias del hombre. La p lena felicidad de la vo lun tad redunda en la to ta lidad hum ana, haciéndo la dichosa 42. Para que 39. El hombre camina hacia Dios a través de las automanifestaciones que Dios hace de Sí mismo. El hombre «lee» en el libro interior, que es su alma y «lee» también en el libro exterior, que son las demás creaturas, la palabra de Dios. Así en S. Buenaventura. 40. «Sed aliter dicendum secundum Augustinum, scilicet quod sit actus ipsius voluntatis. Cum enim tres dentur definitiones de frui, omnes dantur penes actum voluntatis, quem tripiiciter est considerare». I Sent., dist. I, a. II, q. unic.; t. I, p. 36. 41. «Dicendum, quod solo Deo est fruendum, proprie acepto frui, prout dicit motum cum delectatione tantum, omnibus, quae spiritualiter delectant et coniuncta sunt fini, cuiusmodi sunt fructus, dona et beatitudines, potest frui homo non inde­ bite; sed primo modo solo Deo». I Sent., a. Ill, q. II; t. I, p. 40. Cf. ibid., pp. 35-37. 42. «...dicendum quod videre et habere requiruntur ad frui, similiter et amare. Nam si quis videt aliquid et habet, nunquam delectatur nisi amet; aiiter tamen requiruntur visio et amor. Nam visio disponit, similiter et tentio, sed amor delicias suggerit. Unde est quasi acumen penetrans, et ideo máximo ei convenit unire et

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