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196 LA CO N T EM P LA C IO N E S T E T IC A E N S. B U EN A V EN TU R A a las c rea tu ra s. Dios está inm anen te a las c rea tu ra s según la sus­ tancia o esencia de éstas. Y en esto coinciden las cosas con el hombre. Pero éste tiene, además, un modo de poseer a Dios in­ m anen tem en te según la razón que le es p rop ia: am o r y conoci­ m iento. La activ idad de la m emoria p rueba cómo el alma hum ana es imagen inm anen te de la divinidad. En p rim e r lugar, la m emoria retiene las cosas tem po rales pasadas, presen tes y fu tu ras. Las p a ­ sadas m ed ian te el recuerdo ; las p resen tes, po r la percepción de ellas; las fu tu ra s, po r la previsión. Y b a jo este aspecto, la memo­ ria es efigie de la e te rn idad , ya que pos'Sfe el pasado , el p resen te y el fu tu ro . La segunda activ idad de la mente es re ten e r los ob jetos simples e inextensos, como son los princip ios de la can tidad con­ tinu a o d iscreta, sin los cuales es imposible reco rd a r o pen sar los ob jetos que en ellos tienen su princip io . La tercera función de la m emoria es conservar los princip ios p rim eros de las ciencias, de los axiomas, como ob jetos eternos y eternam en te. Es po r esto, que la m emoria se nos descubre como «poseedora de una luz inm u tab le que le conserva el recuerdo de las verdades no su je tas a variación». Y esto de m anera con tinua. E sta presencia de la «Luz Incomu tab le» hace posib le que su conocim iento y am o r en acto, haga capaz y pa rtícipe al alma de ella. E sta luz ln cum u tab le no es sino Dios 11. Consecuencia de esta doc trina del hom b re, como imagen de Dios, po r lo que respecta a la estética es, en p rim e r lugar, la concepción del a rte como una cuasi-generación. En la vida trin ita ria se da ver­ dadera generación po r modo de n a tu ra leza y máxima expresión de semejanza y conocim iento en el H ijo. Po r esto El es la belleza suprem a. En la creación son huellas to tales que reciben su contem- p lab ilidad de la inteligencia divina. El un iverso es expresión a rm ó ­ nica en su p lu ra lidad de una inteligencia divina. Es como una gene­ ración p o r modo artificial, teniendo en cuen ta que lo creado no es sólo transfo rm ac ión de la m ateria, sino tam b ién posición en el ser, en la intelig ib ilidad , de la m isma. A través de esta expresión, Dios establece diálogo con el hombre. El a rte es diálogo de in te­ ligencia a inteligencia a través de las form as creadas 38. En segundo lugar, el fundam en to del p lacer estético del hom b re an te la na tu ra leza es la sim patía. S im patía orig inada de los comu­ nes lazos de procedencia. N aturaleza y hom b re llevan imp resas la 37. Leo Veuthey, S. Bonaventurae Philosophic, Christiana. Romae, Officium Libri Catholici, 1943, p. 190. En el comentario y en el texto que cita está suprimida la palabra «actu». 38. Esta luz Inconmutable no es otra que la luz divina de S. Agustín. Cf. Con­ fesiones, II, c. 6 , n. 11 (PL 32, 688 ).

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