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180 E L SA C ERDO CIO COMO « D IA K O N IA -K E N O S IS » . mental, sino como el desarrollo concreto de lo aplicado en el sacra­ mento» y cuyo distinto alcance —según la explicación de Lécuyer— dependería de la materia sobre la que se ejerce 39. Aunque se acaba de aludir a puntos muy interesantes, todos ellos susceptibles de desarrollo, terminamos ahora volviendo al aspecto de la teología del sacerdocio que se ha intentado poner de relieve: el de la función activa de la vida del obispo-sacerdote en la eficacia de su ministerio. Sin poner en duda que es Cristo quien da valor a las acciones sacerdotales de sus ministros, se puede colegir de la doctrina del Concilio Vaticano II que la actua­ ción instrumental del sacerdote únicamente será plena cuando em­ peñe de modo ejemplar toda su vida en la realidad salvadora que quiere comunicar. Se supera así un concepto demasiado objetivi- zante del ministerio que, fundado en la indiscutible verdad del «ex opere operato» descuida el compromiso de gracia personal que in­ cluye para los ministros el Espíritu de santidad que vivifica a la Iglesia. Pues si sólo se es plenamente sacerdote cuando se tiene la po­ testad plena ministerial comunicada por Cristo, sólo habrá plenitud de actuación sacerdotal cuando se cumpla ese servicio en la con­ dición moral de anonadamiento pleno, como de pastor que vive para sus ovejas, siempre en disposición de darlo todo —hasta la vida— por ellas. Como lo hizo Cristo. B ern ard ino de A rm e llad a , O. F. M. Cap. Teologado de PP. Capuchinos. - León. 39. CC. J. R a t z in c e r , La colegialidad episcopal, e n La Iglesia del Vaticano II, p . 758; J. L g c u y e r, E l episcopado como sacramento, ib ., pp. 743-744.

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