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176 E L SA C ERDO CIO COMO «D IA KO N IA -K EN ’O S IS » . Plenitud de ministerio es igual a plenitud de servicio. Pero, ¿cómo se ha de entender este servicio? Es ciertamente una acción sacramental en su expresión más plena. Y esto en primer lugar, porque la capacitación y destino al servicio configura a la persona del sacerdote sacramentalmente por el carácter y la gracia; y en segundo lugar, porque la actua ción del servicio, si no siempre constituye una acción sacramental en sentido estricto, sí tiene una eficacia sobrenatural peculiar cuasi- sacramental, además de que toda la actuación ministerial del sa cerdote se encamina más o menos inmediatamente a la unión de gracia con Dios en Cristo y en la Iglesia, cuya expresión sacra mental máxima se tiene en la Eucaristía. III.—INTERPRETACION CRISTOLOGICA DEL SACERDOCIO COMO SERVICIO Nos planteamos ahora un problema de profundo alcance teo lógico, aunque parecería como primariamente ascético para la inte ligencia de la función sacerdotal. La redención, que es resurrección y gloria surgida del anonadamiento y de la muerte, se encuentra ya plenamente verificada en el Cristo glorioso, que reina en la eternidad. Siendo la acción sacerdotal instrumento por el que Cristo se sirve para comunicar a los hombres la redención por él realizada, podemos preguntarnos si el servicio del sacerdote —que se confunde con la función de la Iglesia peregrinante— con siste en aplicar lo verificado, «la muerte y resurrección de Cristo» o es más bien una converificación del servicio martirial que Cristo prestó a la humanidad y que fue lucha, sufrimiento y muerte con esperanza de resurrección. Si el sacerdocio fuera una sencilla comunicación de lo verificado, en que la resurrección es lo definitivo, se tendría ese peligroso opti mismo de los que se sienten salvados ya en este mundo y sólo aceptan del cristianismo la alegría de la resurrección y la verifica ción del reino de Dios en la prosperidad temporal. El ministerio se convertiría en una señorial dispensación de bienes ya conquis tados y de los que solamente resta el disfrute. Pero hasta la misma experiencia nos convence de que estamos en estadio de sacrificio y de muerte; y que la alegría de la resurrec ción sólo podemos gustarla en la esperanza. El Evangelio y la conciencia de Iglesia están evidentemente de parte de esta última interpretación del sacerdocio. Porque el ser vicio ministerial hay que entenderlo análogamente al modo de
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