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BERNARDINO DE ARMELLADA 113 Orden Franciscana en el séptimo Centenario de su nacimiento, sep­ tiembre, 1966). Después en el Public Park de la ciudad actual se ben­ dijo solemnemente por Mons. J. D. Scanlan, arzobispo de Glasgow, una estatua del Doctor Franciscano, que lleva esta inscripción: John Duns Scotus, Franciscan and Subtle Doctor, was born in 1266 in this town o í Duns. His learning has shed lustre on Duns and Scotland, the town and land which gave him birth. Scotia habet cunas, Famam Or- bis, fuñera Rhenus, Caelum animam . Hic magni spirat imago viri. (Juan Duns Escoto, Franciscano y Doctor Sutil, nació en 1266 en esta ciudad de Duns. Su doctrina ha dado lustre a Duns y a Escocia, ciu­ dad y país que le dieron a luz. Escocia guarda su cuna, el orbe su fa­ ma, el Rhin (Colonia) sus cenizas, el cielo su alma. Aqui palpita la imagen del gran hombre). Como conclusión, en el curso de la espléndida recepción con que Alcalde y Ayuntamiento de Duns obsequiaron a los visitantes, se des­ cubrió un retrato de Escoto, obra de un artista desconocido y que se restauró y se renovó con motivo del Centenario. Todavía el 19 de septiembre hubo una conmemoración de Escoto en la Universidad de Cambridge, quedando una placa como recuerdo. El aspecto científico del Congreso fue evidentemente el más im­ portante y será también el más duradero. Pero es imposible reflejar­ lo aquí siquiera sea aproximadamente. Sólo la transcripción del pro­ grama escueto, con el nombre de los ponentes y el titulo de sus tra­ bajos (160 aproximadamente) ocuparía varias páginas. Las actas del Congreso, ya en curso de publicación, ofrecerán un extenso campo de estudio a especialistas y aficionados. Resultarán, con todo, de cierto interés algunas impresiones per­ sonales de este magno acontecimiento escotista. Ante todo, merece mil parabienes el P. Carlos Balic, Presidente de la Comisión Escotista de Roma, promotor y alma del Congreso. A sus muchos y brillantes logros en el terreno de la organización de congresos científico-teológicos se viene a sumar el de este Centena­ rio Escotista, cuyo éxito innegable sólo fue posible gracias a la expe­ riencia e indomable coraje del franciscano dálmata. No estamos en tiempos de engañar la vida a base de optimismos triunfalistas, poco filosóficos y tan poco cristianos al mismo tiempo. Pero no podemos ocultar la satisfacción que produjo en los oídos fran­ ciscanos el escuchar de labios de un tomista del Angelicum que «si el medievo tiene algo de original en filosofía, es ciertamente la metafí­ sica de Escoto» (A. Lobato, O. P., La metafísica cristiana de Duns E s­ coto) ; el oír a un filósofo alemán que la fenomenología procede ya de Escoto, antes de Husserl (W. Hoeres, Platonismus und G eg ebenh eit bei Duns Scotus). Nada menos que el Rector de la Universidad Grego­ 8

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