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92 POSIBILIDADES HOY DE UNA LITURG IA FUNERAL PRESENCIA DEL CADAVER EN LA CASA Volviendo aquí a lo que sin duda fue una costumbre general de toda España —existe aún en ciertas regiones 4— hablaremos espe­ cialmente de la llamada «vela» del difunto. Queremos hacerlo porque, aparte nuestro personal interés por una restauración de la misma, ya ha empezado a ser en España uno de los objetivos más ambiciosos de la pastoral de hoy. Claro que no nos referimos a la «vela» al difunto como tal que exis­ te aún en España, sino a una especial Celebración de la Palabra den­ tro del tiempo de esta «vela» y en la propia casa del difunto. En la encuesta se nos apuntan algunas realizaciones en este terre­ no que merecen toda nuestra alabanza y atención. Se han tenido ya Celebraciones de la Palabra en la casa del difun­ to durante el tiempo de la «vela» en Madrid (dos parroquias de las seis que nos han contestado), Valladolid (una parroquia de las cuatro que nos han contestado) y Cádiz (una parroquia de las tres que nos han contestado). Un índice pequeño todavía, pero positivo y revelador de toda una preocupación de los sacerdotes por llegar mejor a sus fieles con y a través de la liturgia funeral. Una pastoral de la muerte que se contentara hoy con administrar los últimos sacramentos, hacer el entierro y celebrar los funerales, se quedaba muy lejos del ideal. Pero bien celebrada la muerte —como acabamos de ver que se pue­ de y se debe hoy celebrar— exige que el párroco u otro sacrdote en nombre suyo vuelva dentro de las veinticuatro horas, que suele estar el cadácer en la casa, a orientar cristianamente esas horas en fami­ lia, con ésta y los amigos, que suelen reunirse tantas veces —como todos ya hemos podido comprobar— para charlar de cualquier cosa y matar de alguna manera ese tiempo. Pensamos que éste no sería de fastidio, cansancio y ganas de que se pase cuanto antes, si el sacer­ dote, a una hora conveniente, llega allí para una particular Celebra­ ción de la Palabra de Dios. Nos parece que esto no es difícil conseguirlo si se dispone en la parroquia —sobre todo de pueblos— de un buen equipo de laicos es­ pecialmente formados en liturgia, que se encargarían de las lecturas y del canto, si esto no era posible conseguirlo de los mismos fami­ liares. 4. T odo esto —con m ás detalle— lo hem os visto en el segundo pu n to de nues­ tro estudio que aquí no se publica.

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