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100 POSIBILIDADES HOY DE UNA LITURG IA FUNERAL a) El aspecto comunitario de una misa de entierro. Nada puede reunir hoy, desde un punto de vista litúrgico, en me­ jor proporción, más mezcla de fieles como la liturgia funeral, con la celebración de la Eucaristía. Esta prefigura y anticipa siempre el banquete eterno de una Pascua que es comunión del bienaventurado con Dios. Esta, por eso, puede y debe ser celebrada de la mejor mane­ ra posible con motivo de un cristiano que acaba de morir, de pasar del signo a la realidad, de la anticipación a lo concreto y definitivo. Pero esta celebración eucarística sólo es más completa cuando se rea­ liza en el seno mismo de una comunidad, de una asamblea que está estrechamente unida al difunto, que celebra con él su victoria en este sentido. Este sería el primer aspecto a destacar y a tener en cuenta en este tipo de misas. Todo él es bello y rico y cuanto más se ahonde en to­ das sus perspectivas bíblico-teológicas, más se sentiría la necesidad de acentuarlo y vivirlo. Este aspecto es el que justamente está exigiendo —en estas asam­ bleas ante todo y sobre todo— esa unificación de clases que borre to­ da diferencia y sea otro signo de unidad en el mejor amor cristiano: celebrar juntos una Eucaristía que es cielo —nuestro deseo es que lo sea de verdad para un cristiano en concreto— para el bienaventurado. Una samblea — en liturgia funeral, sobre todo— si no se distin­ gue por su particular aspecto comunitario, no se distingue tampoco por otra cosa. Todo lo contrario; por otras cosas y con otras cosas, precisamente, se ha autodestruido, quitada la atención de su aspecto comunitario, para centrarla en eso más banal y antilitúrgico: mi­ nistros, túmulo, orquestación y música de ópera, etc. b) Los tex to s y cantos. Es el particular aspecto comunitario de estas misas el que ha obli­ gado a un planteamiento en concreto del problema de textos y cantos en las misas. No siendo éstos muy positivos —pascuales, llenos de es­ peranza y de fe en la resurrección— urgía revisarlos, adaptarlos, ser­ virse incluso de otros nuevos que estuvieran en la linea más pura, ob­ jetiva, serena e histórica de una liturgia funeral. Por fortuna, el problema ha encontrado un cauce de solución con el proyecto de nuevas y variadas lecturas que el Consilium para la aplicación de la Constitución sobre Sagrada Liturgia ha enviado a todas las naciones a fin de que cada una de ellas elabore sobre él el suyo propio.

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