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LU IS SANCHEZ HERNANDEZ 99 Diremos, finalmente, que la «acogida» entrañable, humana, pa­ ternal del féretro, de los familiares y de los amigos por el párroco, en vez de tenerse a la entrada de la iglesia, como cuando no hay tras­ lado procesional, se tendría ya en el acto mismo del levantamiento del cadáver. 2) La Misa ’’corpore insepu lto” . Desde que el entierro empezó a estructurarse como rito propio y particular distinto de lo que era una primera y directa conducción del cadáver de la casa al cementerio 6, la misa formó parte esencial del mismo. Al tocar el tema de los entierros por la tarde 7, Dcm Thierry Maer- tens y Louis Heuschen escriben: «La historia de esta ceremonia nos revela su estrecha relación con el fruto salvífico de la misa, constitu­ yendo ella, por lo mismo, su mejor aplicación. El entierro, por lo tanto, deberá estar siempre en relación con la m isma misa» 8. Sobrepasadas todas las «adulteraciones» de una liturgia funeral, es necesario volver a su más bello y rico contenido. Sin duda ninguna, una presencia real, física —no ficticia— del cadáver en la iglesia, con el que celebrar una auténtica liturgia de la muerte, es lo mejor. Ciertamente este seria el ideal. Y en vistas al mismo —las excep­ ciones de un entierro sin misa, posibles hoy como ayer, las hemos orientado más arriba— queremos analizar ahora algunos elementos positivos, factibles ya hoy, de esta misa en particular. Siempre vale­ deros se celebre o no dentro del mismo rito funeral del entierro y apli­ cables también, por supuesto, a las otras misas de funeral y aniver­ sarios. He aquí, en concreto, los puntos a estudiar: el aspecto comunita­ rio de una misa de entierro; los textos y cantos; los ministros; el co­ mentario, la homilía y las preces; la comunión de los fieles en estas misas; los ornamentos de las mismas. 6 . Ib., 83-85. 7. Hoy tam poco h a b ría y a que d istin gu ir entre en tierro s p o r la m añ an a o pol­ la tard e p o r razón de la m isa, y a que é sta se puede celeb rar —con m otivo de un en tierro— a cualquier h ora. 8 . M aerten s-H eu sch en , ob. cit., 104.

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