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96 POSIBILIDADES HOY DE UNA LITURGIA FUNERAL Haremos también otra subdistinción en cada análisis por separa­ do de estos tres elementos, distinguiendo entre las parroquias de pue­ blo y las de ciudad, ya que lo impone la distinta condición de cada una de ellas. 1) El en tierro-procesión . Existió hasta no hace mucho indistintamente, como sabemos to­ dos, en ciudades y pueblos. El ritual era observado hasta con escrú­ pulo: levantamiento del cádaver y procesión, tanto más rica ésta en ministros, cruces y estandartes, cuanto era mejor pagada. Según nuestra encuesta —y en las ciudades nada más— esta pro­ cesión prácticamente va desapareciendo. El cadáver es recibido por el sacerdote y ministros a la puerta del templo. El hecho es asi y el hecho como tal es el que nos conviene tener en cuenta para saberlo orientar. He aquí, pues, nuestra orientación. Cuando no hay procesión con el cadáver hacia la iglesia, tampoco quizá tenga ya razón de ser el ’’levan tam ien to” del mismo al estilo del Ritual por el párroco o un delegado suyo. Si ha habido ima digna, cristiana y litúrgica celebración de la muerte y la «vela» la hemos renovado como queda dicho, bastaría ello para «sacralizar» —no «clericalizar»— todo lo que se hace con el di­ funto hasta llevarlo a la iglesia. Hay que tener fe y confianza en nues­ tros fieles de que no profanarán esos momentos, ni muchísimo me­ nos; sino que sabrán orientarlos, ellos solos, sin necesidad ya de que un sacerdote los ayude. Este como deseo inmoderado de quererlo to­ do «clericalizar» que existió antes, quizá, en el fondo, no ha favore­ cido mucho a la pastoral y menos a la liturgia. En las grandes ciudades, por lo tanto, donde la procesión con el cadáver ya no existe ni puede ya existir, debido al tráfico moderno y al mismo espectáculo religioso que conviene evitar, convendría ini­ ciar sin más el rito del entierro a la puerta misma del templo. Una sencilla pero calurosa y sentida acogida del féretro, de los familiares y amigos sería, sin duda alguna, la mejor plegaria que prepararía el clima de la celebración eucaristica. Es muy probable que no hayamos tomado aún conciencia de lo que puede significar todo esto, de lo que nos podría ayudar pastoral y litúrgicamente. Es suficiente, sin embargo, hacer una vez la prueba para convencerse uno de todos los valores que encierra esta «acogida». Muchas veces no será posible tener la misa dentro del conjunto del entierro. Para esos casos, nosotros proponemos en el Apéndice alu

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