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S. GONZALEZ DE CARREA 63 semejante a lo que conocemos de la formación de los sinópticos. Esta etapa fue decisiva en la elaboración del material que hoy constituye el cuarto evangelio. Algunos de los relatos de milagros, probablemente los más usados en la predicación, se desarrollaron en forma dramá­ tica, como el del cap. 9. Los dichos de Jesús se convirtieron en largos discursos, de carácter solemne y poético, semejantes a los de la Sabi­ duría personificada del AT. Todas las técnicas del estilo narrativo joá- nico, como la pseudocomprensión, la ironía, se introdujeron en esta etapa o, por lo menos, se desenvolvieron tal como nosotros las cono­ cemos ahora en el evangelio. En la unión de signo y discurso, tan tí­ pica del cuarto evangelio, influyeron, además de la predicación, las necesidades de la liturgia incipiente. Esta predicación y enseñanza, en la que se modeló joánicamente el material del cuarto evangelio, fue sin duda obra de varios. Tal vez se podría hablar de una especie de escuela de pensamiento y expresión. En esta escuela hubo un predicador principal, responsable de la ma­ yor parte del contenido del evangelio. La admisión de una tal escue­ la, que también parece suponer Sch. B, podría ofrecer una respuesta al problema de los otros escritos joánicos, como son las Cartas y el Apocalipsis, que presentan un vocabulario y un pensamiento comu­ nes, pero también diferencias de estilo 14. En cuanto a los relatos-signos, Sch. admite como hipótesis proba­ ble que la tradición llegó ya al «evangelista» en forma escrita. La cé­ lebre «Semeia-Quelle» de Bultmann tendría a su favor argumentos muy dignos de ponderación 1S. 2. La obra del ’’evangelista” . Cualquiera que sea el contenido, extensión y forma de la tradición joánica primitiva, una cosa es clara: el elemento decisivo, do princi­ pal del cuarto evangelio es la obra del «evangelista», que ha sabido elaborar profundamente el material recibido y darle una relativa uni­ dad 16. Ya hemos visto cómo Br. pone el trabajo de la segunda etapa, tan decisivo para .la formación de Jn., bajo el control de un gran maes­ tro y teólogo. Y es a este personaje, que imprimió la forma joánica a la tradición, a quien hace responsable de la primera edición escrita del evangelio. Le atribuye, pues, una función decisiva tanto en el pro­ 13. S ch . 80. 14. B r. X X X IV - X X X V . 15. Sch. 53-54. 16. Sch . 50.

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