PS_NyG_1967v014n001p0057_0083
S. GONZALEZ DE CARREA 5 9 de un testigo ocular, que había vivido en la intimidad del Maestro y recordaba lo que todos o casi todos habían olvidado, y que compone dentro de una breve unidad de tiempo su evangelio, tal como hoy lo tenemos. No se sentía necesidad de proponer otras cuestiones: si de pendió o no dependió de fuentes orales o escritas, si hubo una o varias etapas en su elaboración, si es todo él obra de un mismo autor, si es hoy posible individual- el tipo de tradición que hay a la base del evan gelio, etc. Nuestros dos autores son plenamente conscientes de lo problemá tico y difícil que resulta hoy esclarecer lo que podemos llamar el pro ceso formativo de Jn., un proceso que bajo algunos aspectos es bastan te semejante al proceso formativo que siguieron los evangelios sinóp ticos 4, exigiendo, por lo mismo, métodos de estudio parecidos: crítica literaria, morfocrítica e historia de la redacción. Ambos autores afron tan decididamente la cuestión y llegan a conclusiones muy semejan tes en lo que respecta a los puntos principales del problema forma tivo del evangelio. Fundamentalmente distinguen tres etapas o mo mentos claves en la formación de Jn.: la tradición subyacente, la obra del «evangelista» y la redacción final. Es cierto que Br. habla expre samente de cinco etapas 5. Pero en realidad la segunda, la tercera y la cuarta se pueden reducir a lo que Sch. llama la obra del «evangelis ta», pues el trabajo formativo que se desarrolla en esas tres etapas se atribuye a una misma persona, el «evangelista». A continuación, va mos a ver cómo encaran cada uno de estos tres momentos básicos y qué soluciones aportan. 1 . La tradición. La tesis de la escuela crítica liberal, que cuenta aún con algún re presentante, es sobradamente conocida. El autor de Jn., un cristiano gnóstico del s. n, compuso su evangelio teniendo como única fuente de información sobre Jesús los evangelios sinópticos, cuya materia tra tó con plena libertad. Un ejemplo de esta forma de usar la materia sinóptica sería el relato de la resurrección de Lázaro, donde combina ría motivos sinópticos de resurrección de muertos con la parábola lu- cana de Lázaro (Le. 16, 31) y la historia de Marta y María (Le. 10, 38- 42). El autor del evangelio no tuvo a mano ni se interesó tampoco por conocer otras fuentes de información, más o menos directas. Por lo 4. Sch. 47. 5. B r. X X X I V - X X X I X .
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz