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8 0 E X E G E SIS CATOLICA Y CUARTO EVANGELIO cia de intermediarios de salvación. El énfasis recae sobre la palabra, no sobre el sacramento. Consecuentemente, las tres referencias sa­ cramentales claras, existentes hoy en Jn, las atribuye Bultmann al redactor eclesiástico 57. Br. reconoce que hay elementos válidos en ambas posiciones extre­ mas. Por lo que respecta a los discutidísimos vv. 51-58 del cap. 6, Br. está de acuerdo con los antisacramentalistas que tales vv. son una adición redacciona!, aunque no la considera como corrección de la teología del «evangelista». Aun sin esos vv., habría en el cap. 6 un fondo cultual y sacramental. Esto quiere decir que, aunque se admita en el redactor final una mayor tendencia sacramental, no por eso se niega toda sacramentalidad al autor del evangelio. Sería una cuestión de grados. Contra los sacramentalistas extremos, Br. admite lo débil de muchos de sus argumentos, la exagerada tendencia a ver referen­ cias sacramentales. De que un pasaje pueda ser interpretado sacra­ mentalmente, no se sigue que se deba entender necesariamente así 58. Contra Niewalda, afirma Br. que el testimonio externo, tomado de la tradición patrística, constituye únicamente un criterio negativo, no un criterio positivo, pues muchos de los escritores antiguos usa­ ban el evangelio muy libremente, como instrumento catequético. El criterio válido resulta de una combinación de argumento extemo e interno, que elimine, por un lado, los peligros de una incontrolada eisegesis y, por otro lado, no exponga el evangelio a una exégesis mi- nimista. Este argumento combinado permite considerar ciertas refe­ rencias sacramentales como adiciones redaccionales, pero establece que a la base del evangelio hay un amplio interés sacramental. Jn. nos proporciona la visión cristiana más profunda de los fines del bau­ tismo y de la eucaristía (3, 5; 7, 37-39; 4, 13-14; 6, 32, etc.). En la es­ cena de la herida del costado (19, 34), el «evangelista» nos muestra que ambos sacramentos, bautismo y eucaristía, tienen su origen y re­ ciben su fuerza salvífica de la muerte de Jesús. Este sacramentalismo de Jn. no es meramente antidocético y periférico, sino que manifies­ ta la conexión esencial entre la manera de recibir la vida divina en la Iglesia de fines del s. i y la manera cómo la recibieron los que es­ cucharon a Jesús 5S). 57. B r. C X I-C X II. 58. B r . C X II. 59. B r. C X II-C X IV .

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