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72 E X E G E SIS CATOLICA Y CUARTO EVANGELIO tica) sin llegar a la erudición de un Filón o del autor de la carta a los Hebreos. Sch. adopta a este respecto la ponderada conclusión de Dodd: «No es imposible imaginar que un pescador galileo se haya podido convertir en un teólogo acabado, como lo encontramos en el cuarto evangelio; pero esto me resulta difícil» 38. Como ideas joánicas que ofrecen especial dificultad, enumera Sch. la escatologia presente, los conocimientos rabínicos y mesianológicos, la problemática gnóstica, como expresión y concepto. En cuanto al tema de la escatologia presente, afirma: De suyo sería más explica­ ble que un miembro del círculo íntimo de los discípulos fuera autor de un libro como el Apocalipsis, diferente en muchos aspectos de Jn., como se ha reconocido desde antiguo. Con todo, se dan contactos en­ tre ambos escritos, que se explican por la supuesta procedencia de ima misma escuela o medio ambiente común. También se debe tener pre­ sente que la tensión entre escatologia presente y futura no se sintió tan intensamente en la Iglesia primitiva, como lo demuestra la 1 Jn. y los escritos de Qumrán. Sin embargo, difícilmente se puede admitir que ambos escritos, Apoc. y Jn., procedan de ima misma mano 39. Por lo que respecta a los argumentos «rabínicos» y a los conoci­ mientos «mesianológicos» que se descubren en el cuarto evangelio (7, 22-23; 8, 17. 56; 9, 31; 10, 34; 1, 21. 25; 7, 27. 42. 52; 12, 34), refle­ jan los puntos de discusión y las controversias entre el judaismo y el cristianismo a fines del s. i y principios del s. ii . Un judio de naci­ miento, aunque proceda de Palestina, ha podido familiarizarse con este tipo de controversia y con los diversos argumentos, y más si pre­ tendía con su escrito hacer labor proselitista. En contra de la hipó­ tesis de un judío de la diàspora está el hecho de la familiaridad con la situación topográfica de Palestina y otras ccndiciones que se ha­ llan en Jn. Difícilmente un peregrino festivo, que llega de la diàspora, pudo ver y conocer todos los lugares que se citan (como los sitios don­ de bautizó Juan Bautista). Se trata, sin embargo, de simple posibili­ dades, no de pruebas positivas en favor de Juan como autor. ¿Se puede explicar el lenguaje gnóstico de los discursos de Jesús con la hipótesis de Juan? En primer lugar, no es necesario admitir ima fuente de «discursos gnósticos de revelación» (contra Bultmann). Pero no se puede negar cierto influjo de la problemática, de las re­ presentaciones y de los términos gnósticos. Esto se explicaría mejor suponiendo que el autor había crecido en contacto con el sincretismo helenista. La conclusión de Sch. es en extremo prudente: El argu­ 38. S ch . 79 ; C. H . Dodd, Historical Tradition, p. 16. 39. S ch . 80.

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