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S. GONZALEZ DE CARREA 69 aprecia críticamente su valor. Ambos llegan prácticamente a la mis­ ma conclusión. Desde el punto de vista de los datos tradicionales an­ tiguos, que podemos rastrear hasta fines del siglo n, la opinión que mantiene la autenticidad joánica es sin duda la más segura. El tes­ timonio base continúa siendo el de S. Ireneo de Lyón, contra el cual se han propuesto algunas objeciones válidas: falta de crítica histó­ rica y un excesivo interés apologético por vincular directamente a los apóstoles con la jerarquía del s. n. De ahí la falsa relación personal que establece entre Papías y Juan y la muy insegura e hipotética de S. Policarpo con el mismo Juan apóstol. Pero esto, de suyo, no inva­ lida totalmente el testimonio de S. Ireneo, cuya fuerza radica en ser expresión del parecer de una parte importante de la Iglesia a fines del s. n y principios del ni -,2. A los textos sobre un posible martirio temprano del Zebedeo no se les concede mayor interés histórico. En cuanto a la cuestión de los dos Juanes de Efeso, se admite como más probable la existencia de dos personajes distintos, según el célebre texto de Papías, conservado en Eusebio 33. Pero esto no justifica la tesis del posible equívoco: atri­ bución a Juan el apóstol del escrito de Juan el «presbítero» 34. Se re­ conoce también el carácter legendario de muchas tradiciones anti­ guas sobre la composición del cuarto evangelio. Con todo, en lo que están de acuerdo, y esto sí que es importante, es en considerar el ar­ gumento de tradición como insuficiente por sí solo, aunque a la hora de valorar la autenticidad no se pueda ni deba prescindir de él. Pero, sin duda, el peso de la argumentación debe recaer en lo que solemos llamar el testimonio interno. ¿La naturaleza del evangelio se explica suponiendo que es su autor el apóstol Juan o es necesario pensar en un autor distinto? ¿Se explica como obra de un testigo ocular? ¿Pudo un apóstol, procedente de Galilea, escribir una teología o cristología del tipo que encontramos en Jn.? Estas y otras muchas preguntas de este estilo las lleva haciendo desde hace tiempo la investigación en torno al cuarto evangelio. Las respuestas han sido muy varias. Siguiendo el orden de Sch., vamos a exponer los siguientes pun­ tos: el carácter externo del evangelio y Juan el apóstol; el carácter interno, teológico del evangelio y su composición por el galileo y pes­ cador Juan; la posible identificación del «discípulo amado»; final­ mente, intento de una solución de conjunto, teniendo en cuenta el proceso formativo de Jn. 32. S ch . 63-71. 33. S ch . 65-66. 34. S ch . 73-76.

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