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V IC E N T E MUÑIZ 49 plación beatífica. Dios fruye simple y necesariamente, por sí mismo y primeramente. El Ser Necesario tiene en si en simplicidad absoluta toda la razón de felicidad. Y también en identidad consigo mismo. El bienaventurado fruye de Dios, por esto no fruye primeramente, aun­ que sí con perpetuidad e indefectibilidad 63. En el ámbito temporal y terrestre la cuestión se plantea en torno al hombre justo, al pecador y a las cosas no racionales. El apetito sen­ sitivo, aunque alguna vez puede adherirse a algún bien en razón del bien mismo, no fruye porque no le es propio el amor. La fruición es del amor y el apetito sensitivo no ama. Igual sucede con los brutos. En éstos se da sólo amor de concupiscencia, buscan siempre su pro­ pio bien M. La fruición en el pecador y en el hombre justo determina doble posibilidad estética. La que cierra sus puertas a la contemplación de la belleza suprema, constituyendo desordenadamente en divinidad una belleza relativa y ¡la que fruye ordenadamente de las bellezas creadas refiriéndolas a Dios. El justo fruye simplemente y por sí. Escoto acude, para explicar estas cuestiones, al ejemplo de la quietud de los cuerpos pesados. El centro es el término de esta quietud. La tierra se adhiere a su centro no por la naturaleza de otro cuerpo, sino por sí misma y primera­ mente. El justo se adhfiere al objeto de la fruición no primeramente ni de manera continua. Simplemente y por sí, pero no indefectible­ mente. En el tiempo, para el justo, siempre cabe la posibilidad del desorden, del uso de aquello que se ha de fruir y de fruir de aquello que se ha de usar 65. El pecador, en su desorden, también puede fruir. Pero la fruición consiste aquí en la idealización absoluta de sí mismo, en erigirse a sí mismo como divinidad. Y esto porque la fruición del pecador no es 63. JoANNis D u n s S coti, Opera ovinia. Ordinatio. Liber Primus, distinctio pri­ ma et secunda. O ivita s V a tic a n a . T y p is p o ly g lo ttis V a tic a n is . 1950. «H u ic cen tro vo lu n tas d iv in a p rim o e t p e r se, q u ia n o n p a rtic ip a tio n e cuiuscum - que a lte riu s a se, im m o b ilite r e t necesario a d h a e re t... In secundo g ra d u es t v o lu n ­ tas c re a ta b e a ta , quae n o n p rim o sed p a rtic ip a n d o a D eo, p e r se tam e n , qu ia p er fo rm a m su am in trin s e c am , a d h a e re t fir m ite r h u ic b ono ...». Ord. I , d ist. I , p . 3, q. 5, n . 174; p p . 114-115. 64. «A p p e titu s sensitivus lic e t a liq u a lite r a lic u i in h a e re a t p ro p te r se, id est non p ro p te r a lte ru m n e g ativ e, q u ia n o n est eius re fe rre a d a liu d , n o n ta m e n c o n tra rie , q u ia n o n a p p re tia tu r ob iectum u t n o n re fe rib ite a d a liu d ; ideo abusive d ic itu r fr u i p ro p te r n o n re la tio n e m , n o n ta m e n p ro p rie , q u ia n o n irre fe rib ilite r in h a e re t. S im i­ lite r nec am o re in h a e re t» . Ibid., n . 180, p p . 118-119. 65. «V o lu n tas iu s ti v ia to ris , q u i lic e t in n ita tu r d iv in a e v o lu n ta ti e t m e d ia n te illa bono sum m o , in quo q uiescit ipsa vo lu n tas , n o n tam e n fir m ite r e t im m o b ilite r a d h a e re t b en ep lacito ipsius v o lu n tatis». Ibid., n . 176, p . 115.

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